FORJADORES DE MÉXICO/ La búsqueda incesante de un propósito

Por Antonio Ortiz Vázquez, presidente de Forjadores de México, A.C
El hombre es él y su respuesta a las circunstancias. Es signo de su tiempo.
En los últimos años, experimentamos una serie de eventos sin precedentes que cambian nuestras comunidades y organizaciones. La pandemia de COVID-19, los movimientos de justicia racial y social, el aumento de la polarización, un enfoque más agudo en el cambio climático y la guerra en Ucrania son eventos que inciden en cambios fundamentales en nuestra vida.
Y a medida que nos enfrentamos a la disrupción, requerimos un mayor enfoque en el propósito individual y organizacional. Así, los líderes se encuentran cada vez más presionados por algunas partes interesadas para tomar posiciones públicas sobre temas que no se habían considerado en las corporaciones.
A la par, las juntas directivas mantienen una tendencia que comenzó en la segunda mitad de 2020: llegar a grupos de personas de orígenes cada vez más diversos. Ante esto, las juntas tendrán que pensar de manera más estratégica, holística y continua para asegurarse de estar preparados para los desafíos de hoy y mañana.
El punto de partida es el propósito de nuestras acciones personales y corporativas. En tiempos de pandemia la resiliencia la determino, en gran parte, nuestra capacidad de reaccionar. Pero la agilidad no es fortuita: implica saber qué y cómo se quieren lograr las cosas. El corazón del negocio y la gestión unipersonal se determina a través del propósito.
Incluso, se asume que tener un objetivo es factor determinante del triunfo. Metas no esclarecidas o difusas conllevan a andar en círculos sin completar misiones.
Si. Ante los embates impredecibles y virajes en los comportamientos sociales y de mercado, saber de manera clara y consciente cuál es la misión nos ayuda a mantener el rumbo, sortear dificultades y aumentar nuestro cumplimento de objetivos y metas.
Los grandes cambios de timón en los últimos dos años no son vanos: ahora nos permiten estructurar una forma más flexible de pensamiento capaz de innovar nuestra gestión y procesos, pero también a predeterminar lo realmente valioso y lo que queremos. Somos la nueva generación, la que está en pos del sentido.
La pregunta milenaria de ¿para qué estoy aquí? Hoy es brújula y camino de acciones y decisiones. Por ello, su respuesta no puede postergarse ya. Deben implementarse respuestas desde la comunicación formal de las organizaciones y ser parte de la reflexión personal contínua.
Una de las enseñanzas que percibidos a raíz de la Gran Decepción es la pléyade de trabajadores zombies que deambulaban en las empresas: desconocían su misión de vida y trascendencia de su labor. Al enfrentar cambios drásticos, como la pandemia- tuvieron que emerger razonamientos aplazados o acallados de ¿qué hago ahora? y ¿cuál es la finalidad de esto, más allá de la retribución pecuniaria?
Lo único establecido es el cambio. Nuestra herramienta es la adaptación para enfrentarlo. Y lo que une las certezas a lo que aún no aparece, nuestro puente, es la misión o clarificación del propósito.

 

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