“El Hijo del Camionero”
Por: Dr. Mario Rodolfo Cid de León Carraro
Coordinador del Grupo de Estudio y
Análisis Técnico Político de Nezahualcóyotl
@MRODOLFO_CID
Jaque Maritain, filosofo centro humanista, quien es uno de los padres de la Democracia Cristiana moderna generó un trabajo intelectual muy basto, cuyo propósito ha sido delinear a partir de una filosofía de carácter personalista-comunitario (a menudo muy discutido por pensadores modernos); los cimientos de la organización social, tanto a nivel de las naciones como internacional, sobre una base pluralista y de respeto de los derechos “naturales” de la persona, que fuese capaz de promover una paz duradera.
La visión de Maritain, resulta totalmente actual, ante el convulso escenario internacional que se vive hoy en día, sobre todo al abordar el “problema del gobierno mundial”, el que percibió durante toda su vida como algo fundamental, para la “supervivencia de la humanidad”, que en ese momento ya había entrado en la era de la interdependencia y del riesgo de la destrucción masiva.
Para Maritain “el hecho fundamental es el de la interdependencia ya hoy indiscutible de las naciones, no es una garantía de paz, porque esta interdependencia de las naciones es esencialmente una interdependencia económica”; no hablamos de una interdependencia políticamente consentida y querida, ni políticamente establecida; en otros términos: porque resulta de un proceso puramente técnico y material, no de un proceso simultáneo de orden auténticamente político y racional: “Una interdependencia esencialmente económica, sin un replanteamiento fundamental que corresponda a las estructuras morales y políticas de la existencia humana, no puede sino imponer, en virtud de una necesidad material, una interdependencia política parcial y fragmentaria; una interdependencia esencialmente económica no puede más que exasperar las necesidades y rivales de las naciones.”
La cita anterior, fue escrita en la década de los años 40 del siglo XX, por lo que es necesario, revisarla a la luz de esta época de “hiper interdependencia” económica; donde resulta forzoso establecer instituciones capaces de gobernar este escenario global. Maritain no usa el término “globalización”, pero su análisis no está distante del que hoy día es aceptado.
El Estado expresa Maritain, es una forma de organización soberana de la sociedad, tal cual debe de ser, por lo que las relaciones internacionales deben construirse sobre la soberanía del Estado, el que debe estar organizado y dirigido por un cuerpo político, el que a su vez, puede generar para sí otros instrumentos institucionales, tanto a nivel nacional como transnacional; por consiguiente, es a partir de los cuerpos políticos que la comunidad internacional debiera ser construida como una organización pluralista, capaz de superar la “anarquía entre las naciones”.
Maritain emplea el término “pluralismo”, en un sentido más amplio, en la época, en que solo se refería en el sentido de pluralismo democrático; así escribe: “La unidad de un cuerpo político mundial no sería incluso una unidad federal, sino, más bien, diría yo, una unidad pluralista, la que no se realizaría más que por o a través de la permanente diversidad de los cuerpos políticos particulares y que mantendría y favorecería esa diversidad; por otra parte, cuando se dice que la comunidad de las naciones ha de formar un cuerpo político, significa que, en todos los pueblos, el sentido del bien común ha de desarrollarse y prevalecer sobre el sentido del bien común particular de cada cuerpo político.
Maritain argumenta que no se puede perseguir un gobierno mundial ya que esto conduciría a un super estado absoluto, y que dicha entidad indudablemente se constituirá en un Imperio democrático multinacional, que no sería mejor que los imperios previamente existentes, solo se lograría un orden internacional duradero, si este se constituye sobre la voluntad de los pueblos de “vivir juntos” para procurar el bien común de las personas.
En este sentido Jaques Maritain tenía la certeza que la teoría que él propone sólo puede ser implementada en el largo plazo y en condiciones ciertamente difíciles, primeramente y por sobre todo, por medio de “un cambio en las estructuras internas de la moralidad y de la sociabilidad del hombre”, pero también por medio de la aceptación de “profundos cambios en las estructuras sociales y económicas de la vida nacional e internacional de los pueblos y una seria repercusión de esos cambios en los libres negocios de muchos individuos, que no son los más numerosos en el mundo, pero sí los más aficionados a sacar provecho”; por ello se inclina por un movimiento “mundializante”, debidamente preparado, que crece lentamente desde la base: “debe fundarse y mantenerse, no en virtud de una delegación de los diversos gobiernos, sino del libre sufragio de las personas humanas”. Estos procesos son, sin embargo, diferentes de aquellos que, desde fines del siglo XVIII, hicieron surgir, las constituciones de un proyecto de sociedad basado en la razón y el progreso, pero realizado “desde la cumbre hacia abajo”, por medio de imposiciones legales y después que ciertas modas se habían establecido en la sociedad.
En consecuencia, el proceso que propone Jaques Maritain, no es compatible con la actual globalización, sino con un proceso de mundialización, donde cada sociedad y donde cada nación, preservando su derecho a la soberanía y a su identidad moral y cultural, tenga la capacidad de integrarse, no solo económicamente, tal cual hoy sucede, sino también políticamente, basándose siempre en la ley natural, tal y como se concibe en la mejor tradición cristiana.
La defensa de las libertades y, muy especialmente, de la libertad económica, hace menos evidente diferenciación entre las entidades públicas y privadas, dejando a las sociedades contra su voluntad a manos de la globalización económica y el mercado, dados sus excesos y ambigüedades que conocemos, los que a su vez dan lugar a la “sociedad anárquica” internacional, dando origen al auto gobierno de facciones, a través de agencias estatales y organismos inter gubernamentales y organizaciones privadas, como las corporaciones transnacionales y las organizaciones no gubernamentales.
No obstante, el énfasis que hoy se otorga a la necesidad de extender la democracia a un nivel planetario, esta no puede de ninguna manera basarse en un proceso de homogeneización global, y la consecuente abolición de las identidades culturales, ya que estas tendencias repudiables en la actualidad generan choques entre la diferente percepción cultural de las varias comunidades del mundo (oriente medio es el más claro ejemplo).
En aquella época Jaques Maritain, en su famoso discurso a la Asamblea General de la UNESCO en 1947 en Ciudad de México, puso énfasis en los principios compartidos por las diferentes concepciones filosóficas y religiosas, no obstante, sus diferencias al nivel de los principios fundamentales con los que fueron concebidas.
Al conectar el pluralismo democrático con la autodeterminación y con la subsidiaridad, Maritain sigue ofreciéndonos un camino a seguir: “Este es el elemento de pluralismo inherente a toda sociedad verdaderamente política y, como en la sociedad política la autoridad va de abajo a arriba por designación del pueblo, es normal que todo el dinamismo de la autoridad en el cuerpo político se componga de autoridades parciales y particulares que se escalonan unas sobre otras hasta llegar hasta la suprema autoridad del Estado”.
Más aún, Maritain insiste en la promoción de una cultura pública compartida, que sea capaz de sobreponerse a toda forma de discriminación y de apoyar el deseo de vivir juntos y de procurar juntos el bien común de la humanidad; es decir, se tiene que alcanzar el concierto mundial de los estados, respetando su soberanía, su identidad y sus costumbres, logrando así la integración de una gran sociedad humana, lo que la Democracia Cristiana denomina mundialización, respetando el hecho intrínseco, que un estado, puede estar formado voluntariamente por comunidades de más de una nacionalidad, sin que el concepto sea distorsionado con el mal afán de dividir, tal es el caso de Bolivia en América Latina, donde en vez de unir a la sociedad en una comunidad nacional, y después de 500 años, ha sido dividida por la izquierda en una falsa plurinacionalidad excluyente de los unos de los otros.
La gran construcción del derecho internacional y de sus instituciones, se ve anulada ante el impacto negativo de la globalización y la imposición de mercado de la visión unilateral de lo que hoy se denomina “Occidente Colectivo”, los hechos hablan por si solos, nunca antes la sociedad había tenido tanta información a su disposición y contrario a lo que pareciese, priva una post verdad, toda una serie de verdades alternativas, que si bien surgen de datos “duros y buenos”, tienen por objeto desvirtuar la realidad, donde los inocentes son culpables y viceversa.
Los ejemplos sobran, la confrontación de dos países étnicamente hermanos, Rusia y Ucrania, que plantea ya una guerra directa entre la primera y la OTAN; las provocaciones abiertas por parte de los Estados Unidos hacia China, la represión a la que es sometido el pueblo palestino por parte de Israel, las sanciones ilegales por parte de diversos miembros de la OTAN, incluido Estados Unidos contra la república islámica de Irán, asi como diversos conflictos como en Libia, Sudan del Sur, Níger, Gabón y republica del Congo, hacen prueba evidente del fracaso de la globalización y con ello de la sociedad liberal emanada de esta, junto con un enorme esquema de corrupción; esta realidad avala al Apóstol de los Laicos, ha llegado el momento de establecer el modelo de Jaques Maritain, es la hora de la MUNDIALIZACIÓN.