Los otros y el algoritmo.
Si buscamos un tema en internet y añadimos el sesgo de bondad o maldad a lo que estamos buscando, el algoritmo de la red nos mostrará ese producto, idea o comida repetidamente en nuestras redes sociales. Ahora considere que lo mismo sucede con una postura crítica o favorable hacia la Cuatro Té. El algoritmo solo nos orientará en una dirección. Esto se denomina el efecto halo.
Los algoritmos solo nos muestran lo que suponen que nos gusta, y esto puede ser tan sencillo como un actor, el café, un equipo de fútbol o una ideología política. Cualquiera que sea. Eso es lo único que nos muestra. Ya no tenemos la perspectiva del otro, pues alguien ya decidió por ti lo que es bueno y lo que tienes que pensar. Hemos perdido la libertad.
El otro, con sus pensamientos, su estilo de vida y sus preferencias, ya no está. Con el paso del tiempo, es imposible llegar a un acuerdo sobre los puntos de vista. Olvidamos que el diálogo, es decir, llegar a un acuerdo con quienes piensan de manera distinta a nosotros, fue lo que garantizó el desarrollo de la humanidad, la sociedad y las familias.
Por si no fuera suficiente en México, hemos llegado a una situación en la que un político le dice a un ciudadano común, reportero o periodista qué decir, qué preguntar o por qué manifestarse para que su inquietud sea legítima. Por lo tanto, el que no sigue estas normas es un provocador, un mentiroso, un infiltrado o tiene propósitos encubiertos.
En los años del PRI, México tenía un sistema corporativo y clientelar de modelo sectorial que, afortunadamente, ya no existe. Este sistema corporativo de trabajadores, campesinos y el sector popular cumplía dos funciones: una era proporcionar gobernabilidad al facilitar el procesamiento de demandas e instrucciones desde el poder; la otra función, igual o más significativa, era la legitimación a través de medios simbólicos. Como las manifestaciones, marchas, concentraciones, desplegados de respaldo al presidente en turno.
Se programó una concentración y marcha para el 6 de diciembre con el fin de respaldar a la presidencia del país; no hay ninguna urgencia ni nada que amenace realmente la estabilidad nacional. No obstante, además de que no existe esa necesidad urgente, han buscado nuevamente incorporar el componente de legitimación del régimen con un acto de apoyo al presidente en turno, que siempre ha ocurrido, ya sea con el PRI, PAN o MORENA.
El problema es que la decisión “espontánea” de MORENA se basa en un análisis incorrecto, que equipara la capacidad de movilización de los gobiernos y servidores de la nación con la sociedad entera. La aprobación en las encuestas se iguala con el bienestar social. Es como antes; la movilización social para respaldar al presidente pretende reemplazar la legitimidad y la gobernabilidad.
México vivió un sistema de partido de Estado que contaba con una estructura que abarcaba la mayoría de la sociedad; los que sufrimos esa época podemos decir que oprimía a la mayoría de la sociedad y que reclamaba para sí todas las expresiones de la sociedad y descalificaba las que no le eran afines.
Los mexicanos abrimos nuestro camino a través de la sociedad civil y la disidencia. La primera, por su parte, constituyó y reemplazó al Estado en campos que no le interesaban porque no comprendía o no le otorgaba importancia, como los derechos humanos, la ecología, la cultura alternativa y las organizaciones que piden rendición de cuentas. Hoy en día, la sociedad civil también hace lo mismo, pero con las mujeres, los desaparecidos, la lucha contra la violencia y el combate a la corrupción. Como nos decía Carlos Monsiváis: “La lucha por los derechos civiles en México empieza cada sexenio”.
El diálogo es una forma de vida porque en la democracia se necesita el voto; en la democracia el voto es esencial y fundante, pero ella es mucho más que elecciones. Esto implica que el Estado tiene que llegar a un acuerdo con la disidencia y la discrepancia, renunciando de manera explícita a ser dueño de la verdad; esto asegura su legitimidad y gobernabilidad.
Daniel Kahneman, economista galardonado con el Premio Nobel, nos dice en su célebre libro«Pensar rápido, pensar despacio» que el efecto halo consiste en percibirlo todo de manera buena o mala, dependiendo de nuestras impresiones o prejuicios, lo cual es una tragedia. Para prevenir esta calamidad, Kahneman propone que tanto las entidades como las personas deben ser conscientes del efecto halo. En otras palabras, apartar el algoritmo, el prejuicio y reconocer que existen otras opiniones.
Se han propagado videos y llamados de funcionarios públicos y líderes políticos para la muestra de respaldo a la presidencia del 6 de diciembre. Sus llamadas son casi idénticas, como si se tratara del algoritmo de la red, es el efecto halo. La Cuatro Té le hace un flaco favor a la democracia, a la legitimidad y al gobierno.
Si, como ciudadano, partido y gobierno, solamente proteges la libertad de expresión, de manifestación y de reunión de aquellos que tienen tus mismos puntos de vista, en realidad no estás defendiendo esas libertades; por el contrario, las agredes.
La libertad exige sacrificios detestables, aunque la alternativa sea peor.





