Abogado del diablo
Efraín Delgadillo Mejía.
Agnes Bojaxhiu de Skopia era una artista macedonia, que después fue conocida como madre Teresa de Calcuta. Teresa era enemiga del Papa Juan XXIII y del Concilio Vaticano II. Cuando recibe el Premio Nobel de la Paz, declaró: “La mayor amenaza para la paz mundial era… el aborto”. Teresa de Calcuta es conocida por sus innumerables obras de caridad, creación de hospitales, brigadas médicas, alimento para pobres, escuelas, ropa y casas de retiro para los más necesitados.
El Papa Sixto V instituyó el puesto oficial de «abogado del diablo» en 1587 dentro de la Iglesia Católica. Su responsabilidad principal consistía en actuar como promotor de la fe (Promotor Fidei), analizando y cuestionando de forma crítica a los que aspiraban a ser canonizados para poder examinar minuciosamente sus vidas y supuestos milagros. El Papa Juan Pablo II eliminó este cargo en 1983 y, para eliminar cualquier duda, beatificó y canonizó a más personas que sus antecesores inmediatos sin esta figura.
A lo largo del proceso de beatificación de Teresa de Calcuta en 2021, surgieron numerosas críticas en relación a que ella aceptara donaciones de dictadores como Duvalier, Charles Keating, implicado en un gran fraude, y de otros individuos que no podían justificar la procedencia de su dinero.
Una de estas críticas fue inquietante: “No es amiga de los pobres, es amiga de la pobreza”. La sección más liberal de la izquierda le reclamaba que se opusiera a políticas más progresistas como “el empoderamiento de las mujeres”, “los métodos de control de natalidad”. Y lo más importante: Nunca se ha realizado una auditoría ni publicado informe sobre los gastos de las “Misioneras de la Caridad”.
En el proceso de Teresa de Calcuta, el “Abogado del Diablo” fue Christopher Hitchens, un ateo declarado; algunos obispos y cardenales nunca argumentaron malversación de fondos, ni de lejos cuestionaron el amor de Teresa por los pobres; antes, por el contrario, ese era su punto a favor; cuestionaron algo muy significativo: “se gastaba el dinero en hacer proselitismo del fundamentalismo católico en países pobres” sin promover un cambio social que dejara al mundo sin pobres.
En su libro “Filantropía”, Paul Vallely dice contundentemente: “La filantropía arregla los fallos del Estado y del mercado”; esa es su función real. Si el mercado es injusto, la filantropía entra al rescate. Si el Estado es incapaz, la filantropía equilibra.
Con claridad señala que el filántropo es el “intermediario” entre la incapacidad del Estado y el mercado. Usa el término: “filantrocapitalismo”. Es decir, reciclas las situaciones de desigualdad mediante la caridad. Mientras promueves algo sumamente perverso: mantener la pobreza.
Durante las últimas semanas en #México hemos vivido tragedias y desastres, ya sea por errores humanos o a causa de la naturaleza. Vimos gobernantes de distintos ámbitos hacerse presentes en los lugares de los hechos; somos testigos de la solidaridad de los mexicanos.
Vimos a los gobiernos de los tres ámbitos solicitar donaciones, ayuda; algunos presidentes municipales con lágrimas en los ojos pedían auxilio. El Estado fue superado, no puede solo. El reflejo más triste es el gobierno de Baja California pidiendo dinero. Sí, ya no bienes de primera necesidad, sino dinero.
Como si no fuera suficiente reconocer que han sido superados por la tragedia y pedir caridad, los gobiernos hicieron propaganda política, vistieron de color oficial y les recordaban por quién votar. Como en el caso de Teresa de Calcuta, aplaudimos que estén entre los más necesitados, pero ¿es necesario que hagan propaganda? ¿Se van a auditar los donativos?
El enemigo de Teresa de Calcuta fue el Papa Juan XXIII, quien convocó el Concilio Vaticano II en 1959. El Concilio terminó en 1965 presidido por Paulo VI. Las derivaciones del Concilio fueron múltiples; quizás la más importante fue la “preferencia por los pobres”; enfatizó la asistencia a los débiles, la justicia social y la caridad universal.
Los biógrafos de Andrés Manuel López Obrador cuentan que fue monaguillo en la Iglesia de San Isidro Labrador que recorría los pueblos pobres de Macuspana con los curas. La familia creyó que tenía vocación sacerdotal. Los jesuitas postconciliares le enseñaron algo: “La opción preferencial por los pobres”. Tal como se establece en el Concilio Vaticano II.
A Christopher Hitchens, en su papel de “Abogado del Diablo”, le preguntaron si consideraba culpable del pecado de “hipocresía” a Teresa; sin dudarlo respondió que no. Yo nunca he dudado del compromiso de la Cuarta Transformación, ni de la opción de Andrés Manuel por los pobres, mucho menos de Teresa de Calcuta y su dedicación.
No se trata de pedir donativos, ni caridad; se trata de cambiar las condiciones de desigualdad que ha creado el mercado y el Estado. Por lo menos eso decía don Gustavo Gutiérrez en la Teología de la Liberación. No necesitamos más elogios a la pobreza ni a la solidaridad de los mexicanos, necesitamos un Estado eficiente con sentido social.