El Hijo del Camionero
“La gran herencia que necesita ser reclamada”
Por: Dr. Mario Rodolfo Cid de León Carraro
Presidente de la Junta de Enlace Ciudadano, para el
Análisis de Temas Económicos y Sociales de
México y Nezahualcóyotl
@MRODOLFO_CID
México vive un grave encono, en el momento en que existe una crisis institucional, cuyos orígenes se remontan a las reformas estructurales de los años 2013 al 2014 y que su clímax lo encuentra en las actuales reformas del 2024, las que en su conjunto han dado a México una nueva constitución, sin que se convocara a constituyente, que han convertido al estado mexicano en otro diferente, sin que exista el mandato manifiesto de parte de la sociedad. Se habla de un mandato popular, lo que de fondo es falso, ya que hay que recordar que la democracias es un medio, no es un fin y como medio, en esa democracia todos cuentan, lo que significa que si consideramos a las personas que no votaron, más aquellas que votaron por la oposición, nos lleva a que quede claro, que el gobierno no tiene un mandato mayoritario y legitimo para hacer lo que hoy está haciendo.
Como se escribió en la columna de hace ocho días, ninguna institución tiene carácter eterno, pueden ser perfeccionadas o sustituidas, en el consenso dentro del estado que se genere, donde en todo momento la arquitectura institucional, garantice de forma plena y certeza, los derechos sociales que tutelan y bajo ninguna circunstancia puede ocurrir que una institución sea desmantelado, sin ser sustituida y peor aún, sin garantizar como se garantizara el ejercicio del derecho que tutelaba y administraba, porque de esa forma, la ciudadanía queda sujeta a la arbitrariedad con la que se ejerza el poder público.
El gobierno es responsable de generar una adecuada estructura de instituciones, con el objeto de hacer valer las expectativas, derechos y otorgar la calidad de vida que motivaron a la sociedad a organizarse en estado y en ese sentido existió un mexicano, que entendía muy bien la situación, que entendía perfectamente la naturaleza del estado mexicano surgido de la revolución, que entendía perfectamente lo que la gente esperaba de ese estado y por tanto, dedicó su intelecto a desarrollar las instituciones que eran necesarias, para que el gobierno pudiera manejar ese estado a efecto de cumplir con las expectativas sobre las que se fundó.
Se aborda en esta ocasión, la herencia de un hombre, un hombre que a pesar “de la ingratitud y de la traición de la que su persona ha sido víctima, su espíritu ha trascendido al grado que a muchos nos es visible a diario, puesto que, al no abandonar sus convicciones, no deja de caminar en la brega de eternidad y que aun después de muerto es tan grande que no deja de luchar.”
A partir del estudio de diversas tesis y documentos de los que la UNAM es propietaria, se hace la presentación del mejor mexicano que vio el siglo XX: Manuel Gómez Morín.
Puede empezarse por definir a Don Manuel como el hombre que “su estatura moral es inversamente proporcional a su estatura física”, el hombre que siempre estaba al pendiente de los reclamos de los mexicanos, como fundamento su lucha personal por los derechos de los demás. Él era una muy cercana a sindicatos, obreros, profesionistas e intelectuales; los ricos, la elite no concurrían entre sus preocupaciones, las que siempre buscó resolver en el marco de la Doctrina Social Cristiana propuesta por la Iglesia, ya que es el ideal que políticamente era realizable, pero solo se podía lograr por medio del esfuerzo digno, de no dejarse atropellar.
Manuel Gomez Morín, siempre lucharía por ese ideal que en efecto, al día de hoy es realizable y simplemente obligado; el ideal de ese hombre al que la historia no le ha dado el lugar que legítimamente le corresponde “creador de instituciones” es un título que es cortó respecto a lo que fue y es ese hombre, un hombre que se preocupó porque México fuese un país de justicia, lo suficientemente fuerte como para no aceptar dictados del exterior, donde el progreso y el bienestar fuese para todos, donde un estado fuerte construido por la vía democrática, fuera garante de lo que hoy se denomina justicia social.
¿Quién es Manuel Gómez Morín?, el mismo se autodefinió el 05 de junio de 1945: “Apenas puedo concluir de mi propia experiencia, como Ramón, pero un poco más joven que él, llegue a Ciudad de México de provincia y me encontró en un mundo que contradecía y peor aún, que ignoraba o simulaba ignorar, todo lo que yo traía como bagaje importante; como Ramón, llegué en barco de velas blancas a un super puerto donde, además se me ofrecían todos los incentivos contrarios a los valores en que me había formado. Y así como el maestro Caso y Bergson fueron como una duda para lo que había sido mi anterior bagaje. Ramón, hombre provo y poeta, anudó otra vez mi vida a ese bagaje anterior, al de mi propia formación. Él, con su valor, me hizo sentir quo no era cierto que mis valores no eran como objetos caducos que solo servían como piezas de museo. Los principios, los símbolos, las normas de mi juventud, con su valor me hizo saber que subsistían en el conflicto, que no habían acabado, que lo bueno no había prescrito ante lo malo, me hizo sentir que lo verdaderamente moderno y actual, no era entregarse a la construcción de lo trivial, como pretexto o justificación de pecados tan antiguos en el mundo”
Esta era la concepción que Manuel Gómez Morin tenia de sí mismo, a la que le fue fiel hasta su muerte, sin ninguna duda; él fue un hombre que siempre tuvo ante sí el porvenir y el progreso de México; toda su vida la encauzó a buscar formas de organización óptimas que permitieran al país transformarse de acuerdo con la esencia de lo que como Nación reclamaba. Hombre íntegro de gran estatura moral, le dalia la situación de México, en el estudio encontró la búsqueda de alternativas orientadas a ofrecer soluciones, muchas que tuvo la oportunidad de implementarlas, y que hoy persisten esperando que los herederos de la doctrina del gran maestro, estén prestos a recatarlas e impedir que los usurpadores las destruyan.
Este hombre, no estaba dispuesto a convertirse en cómplice de la clase dirigente, tenía interés en una renovación moral de México.
El gran maestro Manuel Gómez Morin apostó a la institucionalidad, un país grande y respetado debía contar con instituciones fuertes, solventes, producto de la inteligencia y de la libertad, que garantizaran a los mexicanos un estado fuerte que les proporcionara la totalidad de sus derechos; es un hombre cuya preocupación por México no ha sido suficientemente estudiada, incluso olvidada; debido, en primer lugar, a la intención de la elite de este país de borrar su pensamiento de alta justicia que en su momento mereció que sus detractores le apodarán “el bolchevique” y en segundo lugar a que se desconoce su obra escrita, que no se circunscribe a sus ensayos clásicos, están una enormidad de documentos personales y cartas, muchos propiedad de la Universidad Nacional Autónoma de México; que revelan lo que fue su preocupación cotidiana.
El gran Maestro al actuar con el alto estándar de diciplina que le caracterizó, es muy probable que no supiera que legaba a la posteridad una opción de futuro para este México que hoy mismo muchos reclamamos sea implementada, aunque esa posibilidad, cada vez se percibe más lejana, pero mientras alguien recuerde el pensamiento y la lucha de este hombre, de este mexicano que marcó el siglo XX, existirá la esperanza de un México justo.
Manuel Gómez Morín no era un hombre de grupos, era un hombre de una gran pertenencia social, para el que no solo bastaba ello, sino que también había que tomar conciencia del trabajo en favor de los demás, y para lograrlo, antes había que planear, para él, la planeación fue vital, proviene de la reflexión, y es evitar el dolor de los demás, el principal estimulo que lleva a la reflexión. La intervención del factor humano genera el riesgo de errar y para evitar los errores, se tiene que investigar, analizar y a su resultado, darle correcto cause, es entonces cuando la técnica aparece, la que debe aplicarse de acuerdo con un ideal acorde al propósito; debiendo buscar lo medios adecuados para lograrlo, supeditados a un criterio, criterio que es dado por la propia Doctrina.
Si bien es cierto, que Manuel Gómez Morín, no encuadra en absoluto en lo que históricamente se ha definido como “conservador”, en su correspondencia existen enormes evidencias en los motivos que centraban su lucha, en sus ideas, siempre aclaró su posición sobre el liberalismo, lo denunciaba como una ideología contraria a la naturaleza de la Nación, señalando que la única manera de confrontarlo era anteponiendo al “humanismo cristiano.” Él era un hombre sin prejuicios, capaz de descubrir lo bueno y las mejores experiencias de todo aquello que estudiaba para hacerse de material para construir los elementos con los que se sostuviera un México mejor; él podía estudiar y analizar como la dictadura militar brasileña de esas épocas, gestionaba la vida de los municipios del país, hasta los principios sociales en que se basó la creación de la URSS; bajo la sólida convicción de que solo el que estudia entiende, el que entiende aprovecha lo bueno, el que aprovecha lo bueno propone cosas buenas y el que propone cosas buenas, procura a los demás. Sobre México expresaba: “Nuestro México es un país prodigioso, el que debe ser prospero, a pesar de los gringos, de los tontos y de los ladrones”
Gómez Morín fue capaz de comprender, que la verdadera manera de resolver los grandes problemas del país en el plano económico era resolviendo primero las grandes tragedias que de manera ordinaria han enfrentado las clases trabajadoras en lo social, “los problemas no se resuelven haciendo nuevos ricos, sino anulando el dolor de los obreros, de los que trabajan”. Ante la formación de su partido, el gran maestro lo concibió como la institución que representara los intereses legítimos de aquellos que el comunismo denominaba proletarios, pero sin confrontación, ya que el no reconocía la lucha de clases como la solución, sino el acuerdo positivo entre estas.
Su pensamiento y obra trascendió en vida, fue consultado por diversos intelectuales latinoamericanos, que bien buscaban la construcción de mejores gobiernos en lo organizacional, o bien la construcción de partidos políticos orientados al centro como opción a los extremos, por citar un solo ejemplo, la Universidad Pública de Chile, devastada durante la dictadura liberal de Pinochet, no puede concebirse sin Manuel Gómez Morín y el esfuerzo actual de los centristas chilenos por reconstruir esa universidad pública, tampoco puede concebirse sin Manuel Gómez Morín.
Muchas instituciones del estado mexicano, que hoy se ven amenazadas, por quienes deberían protegerlas, rescatarlas y devolverles el espíritu para el que fueron creadas, surgen del intelecto de Manuel Gómez Morín, ya sea como ideas o proyectos totalmente diseñados por el: UNAM, CFE, IMSS, PEMEX, BANOBRAS, la Unidad de Planeación Financiera, la agregadurías económico-financieras en las embajadas y por supuesto el Partido Acción Nacional, entre tantas otras.
El Maestro Gómez Morín siempre fue plenamente consciente que el estado mexicano, no logrará su propósito superior que es proporcionar bienestar en todos los sentidos a la sociedad, sin que antes el gobierno enfrente una reorganización profunda en materia económica, para lograr una cierta estabilidad económica y social; por ello demostró ser enemigo de la politiquería, que obstaculiza los proyectos y que impide detectar cuáles eran las metas y los ideales.
En su desarrollo profesional, siempre tuvo claro el problema que representaban las concesiones petroleras; él estaba consiente en aquel momento que el petróleo debería ser eje de progreso y por ende había que salvaguardarlo de intereses perversos; es claro que ello no se logró y que fueron totalmente desaprovechadas las oportunidades que ofrecía la explotación de aquel recurso, por lo que en la actualidad, los herederos de su pensamiento, deberían ver en la formación de capital humano altamente desarrollado y en el desarrollo tecnológico, como ese nuevo eje para el desarrollo de México, sin olvidar la oportunidad que significa administrar adecuadamente lo que queda de esos recursos aun estratégicos.
En aquella época, Gómez Morín insistió en la urgencia de legislar en materia petrolera: “… no debería dejarse pasar más tiempo sin dar una resolución definitiva a este problema en cuanto al fondo, afirmando de una vez nuestra legislación nacionalizadora antes de que un próximo congreso de petroleros seguramente, puesto por ellos mismos con su dinero, rompan el ideal revolucionario y nos regresen al camino de las viejas concesiones que tanto mal nos han causado y que pueden orillarnos al fracaso.» Como que hay algunos que caminaron y caminan en sentido contrario al rumbo señalado por el Maestro.
En su posición intelectual de organizador y proponente de instituciones, previa a la toma de cualquier disposición, y como municipalista históricamente convencido, planteó desde aquellos entonces, desarrollar y hacer muy eficientes mediante el perfeccionamiento, las practicas no de administraciones municipales, sino de gobiernos municipales, mediante recursos de consulta a la ciudadanía: «Una república organizada sobre la base de Municipios Libres administrados directamente mediante los sistemas modernos que caracterizan al gobierno por comisión y mediante la ejecución de la iniciativa de la recusación y del referéndum. qua mantiene constantemente en manos de los vecinos la gestión de sus propios negocios la resolución de sus propios problemas. la satisfacción de sus propias necesidades»; lamentablemente hoy nada más lejano de la realidad.
Concibe al municipio no sólo como un órgano de gobierno, sino como una instancia de responsabilidad social compartida en la que no termina la función ciudadana en el acto de votar, sino en la supervisión y aprobación de las acciones realizadas por la administración pública en un legítimo acto contemplado por el Derecho Público Moderno, por lo que su funcionamiento, tendría que ser democrático y él concibe la democracia, en función de los valores revolucionarios; el supremo poder de la nación, radica únicamente en el pueblo de México y para su ejercicio de divide en tres poderes y es aquí donde se separa de los modelos europeos, donde el poder legislativo, también ejerce el ejecutivo, defiende el modelo histórico mexicano, donde el presidente es el jefe del estado y del gobierno, es decir quien ejerce el ejecutivo, y cada uno de los tres poderes, tiene que desempeñar funciones propias, ninguna combinada con las de los otros, no debe existir ningún esquema de subordinación entre estos, debe garantizarse que sus determinaciones realmente sean soberanas y deben establecerse los mecanismos de control constitucional entre ellos.
El Poder Legislativo fue motivo de preocupación de Manuel Gómez Morín hasta el día de su muerte, el que históricamente y como queda de manifiesto en la actualidad, el que se conduzca como fiel sequito del presidente en turno, renunciando a su atribución constitucional de representar a la gente; en ese sentido, él tenía claro que la democracia no podía concebirse sin la acción directa del mandante, es decir del pueblo, el legislativo sin lugar a dudas, tenía y tiene la obligación de consultar a la ciudadanía, a través de procedimientos accesibles y entendibles para esta, dotándola de la información suficiente para tomar determinaciones, que el legislador tendría que hacer valer en el pleno, de acuerdo a la plataforma y declaración de principios, ya que de otra manera, se estaba ante una “dictadura constitucional,” como que suena ¿no cree?
Respecto a la identificación que debe generarse entre el poder y el pueblo, afirmaba el maestro que esta no podía lograrse por “la propaganda y la acción psicológica, ni por el constreñimiento, ni por la dependencia económica; para ser verdadera, durable y fructífera, solo puede ser alcanzada por el sufragio efectivo, es decir, por el acatamiento verídico de los resultados del proceso electoral, cada vez más afinado y depurado; por la participación efectiva, orgánica y constante del pueblo, lo mismo en las asociaciones y comunidades intermedias de todo orden, que en ese proceso electoral y en la vida de la comunidad; por el diálogo y la colaboración entre el Poder y el pueblo, que se institucionalizan a través de la división de los poderes y de la descentralización; por la responsabilidad real del Poder ante el pueblo, organizada en lo político mediante el proceso electoral genuino, y en lo económico y social por la deliberación racional y responsable de los programas comunes y por la rendición efectiva de cuentas comprobadas; por el respeto jurídicamente garantizado de las libertades personales y de los derechos y funciones de las comunidades y asociaciones intermedias: familia, municipio, organización profesional, comunidad de trabajo, de cultura o de fe, siendo estos medios tan humildes, tan conocidos, tan a nuestro alcance, los que constituyen el núcleo de la democracia política”. Cuánta razón Maestro.
Respecto a la educación el maestro es muy claro, mientras más profesionistas altamente formados, de amplitud de pensamiento y eficientes, es mejor, la alta formación, es la primera herramienta fundamental para enfrentar un país dividido y con graves problemas de injusticia; porque es en el espíritu de mexicanos altamente formados y con valores del alma, en los que tendrá cabida el ideal de un nacionalismo humanista; los jóvenes deben estudiar ciencias y humanidades que estimulen la idea de justicia social.
Firme defensor de la Universidad Autónoma dentro del Estado y no como espacio de excepción, además de que fue un feroz denunciante del materialismo, el marxismo dogmático, del estudiar para ganar dinero como única meta en la vida; para Gómez Morín la enseñanza institucional debe formar para pensar, dialogar, analizar, investigar; siendo esta la única manera de superar los grandes problemas nacionales que requieren soluciones nacionales, México no necesita importar soluciones extranjeras, México tiene que hacerse cargo de sí mismo.
En conclusión, Manuel Gómez Morín ha aportado una enorme herencia para México, cuyo inmenso valor apenas es esbozado en estas líneas; si en algún momento en la historia, necesitó el heredero que se le entregara su patrimonio, es precisamente ahora, el próximo Domingo, se determinará de una vez por todas quien será el albacea, habiendo solo dos posturas, aquel que no entregará el legado y lo seguirá ocultando hasta que se pierda definitivamente en el olvido, o aquella que además de entregar integro el legado al heredero, le ayudará administrarlo cabalmente a efecto de que se cumpla la voluntad del Maestro: “México debe pasar de la nación de ideas impuestas a balazos a la nación, cuyo país sea un lugar decente para vivir”