El Hijo del Camionero
“Como se comporta la inflación en México”
Por: Dr. Mario Rodolfo Cid de León Carraro
Presidente de la Junta de Enlace Ciudadano, para el
Análisis de Temas Económicos y Sociales de
México y Nezahualcóyotl
@MRODOLFO_CID
En esta ocasión se abordará un tema de carácter económico, pero de naturaleza muy técnica, la inflación, un fenómeno del que todos hablan, pero escasamente la gente conoce, sus implicaciones en el poder de compra y en la estabilidad de las finanzas de las familias. El desconocimiento es tal, que la gente afirma: “subieron los precios, entonces subirá la inflación”, cuando la inflación, es el parámetro con el que se mide esa subida de precios (índice inflacionario) y precisamente esa subida de precios es la inflación.
La inflación no es un fenómeno que históricamente estuviese presente en la vida económica de México; tras la pacificación del país, después de los conflictos revolucionarios y de la guerra cristera, el país conoció cierta estabilidad y con ello, cierta estabilidad en los precios, una estabilidad que fue absoluta entre los años 1950 a 1962, fue precisamente en el gobierno de Gustavo Diaz Ordaz, que tras una serie de errores económicos graves, que derivaron de acciones cuyo objeto era mantener el control político del país; el despilfarro, llevó al desmantelamiento del modelo económico, la quiebra del estado de bienestar, la devaluación abrupta del tipo de cambio del precio frente al dólar y la subida súbita y generalizada de precios: hacia su aparición la inflación.
La inflación es el aumento sostenido y generalizado de los precios de bienes y servicios de una economía en un periodo determinado. La inflación en México se mide a partir del cambio en los precios de una canasta de 299 bienes y servicios genéricos que representan el consumo de las familias mexicanas e integran el Índice Nacional de Precios al Consumidor.
Entre los keynesianos, la inflación es solo una y punto, mientras que los monetaristas y los tecnócratas (neoliberales), es clasificada en dos tipos, la subyacente y no subyacente:
La inflación subyacente es la variación de los precios de los bienes y servicios que son más estables, esto es, que no varían fácilmente en el tiempo; según los tecnócratas brinda una mejor aproximación de cómo se comportarán los precios en el mediano plazo.
Sus precios no están sujetos a decisiones de carácter administrativo, estacionalidad o alta volatilidad, dividiéndose en mercancías y servicios.
La inflación no subyacente es la variación de los precios de los bienes y servicios cuyos precios son más volátiles y sobre los que la política monetaria no tiene incidencia; incorpora precios de bienes y servicios que afectan a la inflación de manera temporal, por lo que no permite identificar su tendencia; los bienes cuyos precios están sujetos a decisiones de carácter administrativo, estacionalidad o alta volatilidad, dividiéndose Agropecuarios y Energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno.
Esta trampa neoliberal, que por cierto usa el actual gobierno, al partir en dos la medición de la inflación, permite que la autoridad monetaria, anuncie metas de estabilidad en función de la inflación subyacente, cuando es un hecho natural, que la subida en el precio de los combustibles, por ejemplo empuja al alza todos los precios de la economía; y es con esta misma trampa, con la que se justifica que hay estabilidad en los precios, cuando el índice de precios de los alimentos, es mucho más alto que la inflación subyacente y por ende del índice general.
Como dato curioso, entre el año 2000 y 2020, el incremento en el precio de los alimentos de la canasta básica, en promedio ha sido cuatro veces más alto que la inflación general, pero es aquí donde entran las compensaciones, las familias compensan con el acceso a otros productos cuyos precios no hubiesen variado, incluso disminuido.
Otro factor que hay que tomar en cuenta, es que antes de la pandemia, en muchos países la tasa de inflación era tendiente a cero o bien tenia un comportamiento entre 0 y 1%, mientras que en México, desde el 2009, el comportamiento de la inflación en el mismo periodo, ha sido del 3%, variando un punto hacia arriba, es decir, el incremento de los precios, es constante, realmente no se detiene, lo que empobrece a la gente y cuando este aumento de precios ha sido tal, lo controlan, disminuyendo la demanda, lo que se logra a través de subir la tasa de interés, de obligar a la gente a ahorrar a través del incremento de impuestos u otras retenciones y disminuyendo el gasto del gobierno y en efecto, se controla la subida de precios, a costa de disminuir el poder de compra a través de la supresión del empleo, que es la consecuencia directa y de ahí, se vuelve a empezar.
Es menester aclarar que los recursos de los fideicomisos que extinguió tanto el anterior gobierno, como el del actual, se obtuvieron de la manera descrita, por lo que los excedentes de estos a efecto de que detonaran la economía debieron regresarse a estas mediante proyectos para hacer eficientes los sistemas de salud y seguridad social, de reconstituir a PEMEX y CFE, mejorar el sistema de salud, además de un compendio de obra publica que garantizara el flujo de operaciones, evidentemente no ocurrió, se apostó nuevamente al control político y se intentó detonar la economía a través de obras que realmente no hacían falta o bien eran otras, las que se financiaron indirectamente con deuda y la prueba contundente que este no era el camino, es que ante la evidente conclusión de esas obras, la economía, se volvió a retraer.
En este contexto, el Banco de México, que es la autoridad monetaria del país, responsable de la política monetaria, informa el estado que guarda el comportamiento de la inflación, la que, en resumen, se explica de la siguiente manera:
El panorama inflacionario en México se presenta benigno, se está conteniendo la tasa de crecimiento de los precios, pero ello debido a la disminución de la incertidumbre generada por los choques externos, donde distintas mediciones establecen que los factores de oferta se muestran estables y alrededor de la meta, tanto en mercancías como en servicios distintos a la vivienda y la educación., demostrando que tanto la frecuencia como la magnitud de los precios han descendido.
La tasa inflacionaria ha visto disminuido su incremento, para ubicarse en 3.69%, es decir, se encuentra ya en su rango objetivo de 3%, más menos un punto, lo que significa una disminución anual de 501 puntos base desde el máximo registrado en la actual espiral; ello se debió a la mitigación de los choques de oferta que ocurrieron el año pasado en algunos productos agropecuarios, donde se observó una caída significativa de las variaciones de los precios de las frutas y verduras
Así, destacó que estas cifras más favorables de inflación general también reflejan los niveles que ha alcanzado el componente subyacente, el que se ubicó en 3.72%, por lo que se puntualiza que entre 2003, cuando se adoptó la meta permanente de 3%, y 2019, justo antes de la pandemia, la inflación subyacente promedió 3.65%, que se ubica en niveles similares a los registrados durante la primera mitad de 2020, con un descenso de 479 puntos base desde el máximo registrado en el fenómeno actual, con ello puede sugerirse, que estaría por comenzar un periodo de contención en el incremento de la inflación, reforzado con el hecho de que la inflación de mercancías se ubicó en 2.75% en la primera quincena de enero.
La inflación de mercancías se encuentra en niveles particularmente bajos, visiblemente inferiores a los exhibidos antes de la pandemia; en el año 2019 este componente osciló entre 3.56 y 3.92%, por lo que debe hacerse énfasis que se ha ubicado por debajo de la meta de 3% desde septiembre; estos niveles, se han observado poco en los últimos 25 años. La disminución de este componente explica fundamentalmente, la tendencia decreciente de la inflación subyacente.
La inflación de servicios se ubicó en 4.82% en la primera quincena de enero, permaneciendo en niveles sensiblemente altos; se mantiene por encima de su promedio entre 2003 y 2019 de 3.4%. El rubro de servicios distintos a la vivienda y a la educación es el que ha mostrado mayores signos de atenuación y que ello indica un menor margen para el traspaso de costos.
Ante este panorama el Banco de México, no ha cambiado en nada, la ruta de la política monetaria, lo que permite intuir que las expectativas de inflación de mediano y mayor plazo permanecieron relativamente estables; se observa que, si bien las expectativas para el cierre de 2025 y para los próximos 12 meses se revisaron al alza marginalmente, aquellas para el cierre de 2026 se mantuvieron estables. La compensación por inflación y riesgo inflacionario ha presentado mayor volatilidad y un ligero aumento desde diciembre, explicado por un alza en la prima por riesgo, en tanto que las expectativas implícitas de inflación se han movido lateralmente.
Se espera que la inflación continúe descendiendo, hasta que converja a su objetivo en el tercer trimestre de 2026, lo que significa que el trecho de precios altos todavía será largo, aunque relativamente estable. La inflación subyacente convergerá en su meta de 3% en el segundo trimestre del 2026. Se prevé que la inflación de las mercancías exhiba cierto incremento desde niveles bajos; al mismo tiempo, señaló que se espera que la inflación de servicios siga disminuyendo.
La posibilidad de que la disminución en la inflación de servicios sea más lenta de lo anticipado y que no contrarreste el incremento previsto en la de mercancías, representa un riesgo para que se observe la tendencia a la baja esperada para la inflación subyacente. En un escenario adverso donde los servicios se redujeran a un menor ritmo al previsto y en el que las mercancías se incrementen a un ritmo mayor, en el que alcanzaran su promedio histórico hacia finales de año, la inflación subyacente se mantendría en niveles similares a los actuales, lo que es consistente con la nueva etapa en la que se encuentra la inflación.
El menor ritmo de actividad económica pronosticado para 2025 contribuirá a reducir las presiones sobre la inflación, debido a la reducción del índice de empleo y disminución objetiva del poder de compra, lo que reduce la demanda, por debajo de la oferta, llevando a que los precios bajen, es decir, se sostiene una política monetaria contractiva.
La expectativa de los analistas no prevé una reducción adicional de la inflación subyacente, pues anticipan que se mantendría prácticamente en el mismo nivel hacia el cierre de este año y el próximo, por ello la posibilidad de que la inflación no subyacente resulte mayor a lo anticipado por el pronóstico del Banco de México. El pronóstico sugiere que este subíndice habría experimentado un cambio estructural difícil de comprender; dicho pronóstico anticipa una media para la no subyacente que es menos de la mitad del promedio observado en los últimos 20 años y con una reducción significativa de la desviación estándar a una tercera parte de lo observado históricamente; otro argumentó que, aunque no se pueden descartar choques a la inflación no subyacente, estos tienden a ser de corto plazo y con un impacto limitado hacia la subyacente.
Se destaca el riesgo asociado con los posibles efectos de las políticas que pudiera implementar la nueva administración estadounidense, en particular la incertidumbre relacionada con los anuncios de cambios en las políticas comercial y migratoria, por lo que su materialización podría implicar presiones sobre la inflación en ambos lados del balance.
Podrían observarse presiones al alza derivadas de una depreciación de la moneda y, por otro, presiones a la baja por condiciones de holgura mayores a las previstas; los escenarios de riesgo no sugieren un proceso de aceleración de la inflación, sino que, en todo caso, podrían sugerir un proceso de convergencia más gradual; ahora los riesgos son de naturaleza distinta a los que dieron lugar al último evento inflacionario. El riesgo de persistencia de la inflación subyacente se ha moderado, el riesgo de una mayor depreciación cambiaria, su traspaso a la inflación podría ser menor a lo anticipado dada la debilidad esperada en la actividad económica, donde la presión sobre los costos, amenaza en convertirse en algo cotidiano.
El incremento de 12% en el salario mínimo y el crecimiento por encima de 9% en los salarios medios, respectó de los riesgos a la baja, algunos consideraron la posibilidad de una atonía en la economía mayor a la anticipada; dicha atonía presionaría a la baja la inflación de los servicios ante el agotamiento del traspaso d<rezagado de costos.
El balance de riesgos respecto de la trayectoria prevista para la inflación en el horizonte de pronóstico se mantiene sesgado al alza, no obstante, que se enfrenta un balance de riesgos menos adverso que el observado en los años previos, por lo que una consonancia con la política fiscal pudiese aportar estabilidad al entorno, ganando tiempo, respecto a la baja de la tasa de inflación.
En enero de 2025, la inflación general en México fue de 3.59%, la más baja en cuatro años, lo que indica que la inflación en México se acerca al objetivo del Banco de México de 3% +/- 1 punto porcentual, es decir se regresa a lo de siempre.
Parece pertinente que, en esta columna, se comience a tratar el asunto de que son los índices económicos, que miden, la implicación de lo que miden y que puede entenderse de su lectura, ello como una manera de seguir generando conocimiento respecto a los temas que realmente son cotidianos de nuestra vida, aunque no se perciban de esa manera, porque de otra y como siempre desde hace 45 años, habrá quien diga que lo que ocurre se debe a acciones pasadas y no a determinaciones presentes.