Efectos del estrés en el cuerpo

El estrés no es bueno ni malo, es una reacción natural ante las demandas o desregulaciones del ambiente que sobrepasan al momento la capacidad de respuesta. Un estímulo estresante puede ser movilizador, es decir, que impulse al cambio, que motive el movimiento del cuerpo o la reestructuración del pensamiento, o puede ser nocivo y paralizante, que impida realizar actividades y genere malestar físico.

Cuando se altera “el modo natural de las cosas” u homeostasis (equilibrio) del cuerpo, reaccionan varios sistemas en respuesta, principalmente el sistema nervioso central, el endocrino y el inmune. Se secretan hormonas ante el estrés como el cortisol, pero también suben los niveles de dopamina. Se activan sobre todo la amígdala, el hipotálamo y las cortezas límbicas (encargadas de las emociones), se generan sentimientos de miedo, ansiedad, displacer, tristeza o desesperanza, entre otros. Se activa la respuesta simpática (encargada de que el cuerpo reaccione ante los estados de alerta o estrés), que acelera el pulso y la respiración, puede aumentar la sudoración y alterar el proceso digestivo.

Los estudiantes universitarios son una población generalmente estresada, y esto seguirá aumentando a medida que sigan elevándose las demandas de la actualidad. Estudiar y trabajar a la vez debido a la inflación y los bajos salarios, o el estilo de vida sedentario, el excesivo uso de redes sociales, la generalización del consumo de café y tabaco/cigarros/cigarrillos electrónicos u otras drogas. El mundo pide personas cada vez más especializadas y preparadas en menos tiempo. Exige que uno deba saber mucho de todo, hacerlo todo, participar en todo y ser súper productivo.

Todo ello repercute en el cuerpo y en el bienestar psicológico. Algunos de sus efectos son: pérdida o ganancia de peso corporal, resfriados, dolores de cabeza o padecimientos estomacales, trastornos del sueño, ansiedad o depresión, problemas de concentración. Se suelen deteriorar los hábitos alimenticios, deportivos y de sueño, cayendo en dietas nada saludables ni balanceadas y horarios muy desproporcionados e irregulares de comida. A su vez, el deterioro del sueño favorece el aumento de peso. El estrés también puede exacerbar en algunos casos procesos como el acné, la dermatitis y la gastritis. Es un importante generador de tensiones musculares (producto de la tensión sostenida voluntaria o involuntariamente) en especial en la zona del cuello, espalda y hombros.

Para contrarrestar estos efectos negativos puedes: respetar más tu tiempo de descanso para dejar que el cuerpo se reponga, organizar mejor el tiempo y las actividades que tienes/quieres hacer, de modo que sea una agenda realista y que no te lleve sofocado/a; dormir las horas necesarias. También puedes dejar comidas adelantadas, por ejemplo, en la cena cocina dos platos de más para garantizar el almuerzo y cena del día siguiente o preparar el fin de semana comida para varios días y en la semana sólo es descongelar, preparar algo ligero para acompañar como una ensalada y listo.

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