La medicina por todos conocida

ASÍ LAS COSAS

Por Adolfo Prieto

Dígase lo que se diga, a pesar de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México y de quién sabe que tantas elucubraciones de nuestras flameadas, perdón, flamantes autoridades, el Sector Salud pierde (si alguna vez las ha tenido) infinidad de cualidades que lo caracterizaban, por lo que ahora es considerado un bien privado y su disfrute y beneficio es totalmente individual y no social. Esto va acompañado de cambios en la legislación y en la administración de los sistemas de salud, nuevamente en manos de personajes sacados de un mal cuento.Seguramente la autoridad pondrá como pretexto la pandemia y lo que eso conlleva, pero la realidad es otra.

Aparecen singulares mutaciones de relación social que afectan totalmente el binomio médico-paciente, emulando, tal vez, la creación de un nuevo Frankenstein, con cicatrices bien definidas, tornillos mal enroscados, mente adoctrinada, nula capacidad de acción, burocratismo, conformismo a prueba de cualquier humillación, y párele de contar, me refiero al cliente, en la antigüedad llamado paciente. De ahí el aumento indiscriminado de demandas por Mala Praxis Médica según reportes de la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed).

El avance en salud se da por otro lado, el único que interesa: el negocio redondo, el lucrar con la vida de las personas y generar ganancias multimillonarias con medicamentos que Dios sabe de dónde salieron. La actividad de infinidad de médicos es clara cuando hacensu entrada triunfal en la obra “El mercado de salud”, sus actividades tienen, en la mayoría de los casos, que adaptarse al marco impuesto por la economía de libre competencia. Así como a la Ciudad de México se le conoce por su contaminación, a la práctica médica actual se le conoce por su enorme grado de burocratización, inundación de medicamentos y el uso intensivo de aparatología.

La aparatología nada tiene que ver con la aparentología(de aparentar) de los altos y a veces no tan altos servidores públicos. No importa cuál sea el sector de la economía o el tipo de actividad comprometida, la burocratización corrompe, detiene, atrofia, oxida a la actividad competitiva de pequeños empresarios -en este caso médicos- y propicia el surgimiento, casi siempre de la nada, de negocios exageradamente rentables para un grupito, o, mejor dicho, grupitititito de “honorables inversionistas” (léase laboratorios médicos), con loscuales se podría enseñar a los niños a contar hasta diez, porque no hay más.

Para que los “burros sabios” se llenen de gloria, anuncian con bombo y platillo la adquisición de nueva tecnología sofisticada, destinada a ocupar un espacio vacío en algún hospital público, y que nosotros, el pueblo, rara vez, si es que nunca, usaremos, por lo que tendremos que conformarnos con observarla en una fotografía.

Como los que “sí saben” lo tienen todo exageradamente calculado, se sorprenden, se indignan y sufren más que una heroína de telenovela, cuando se enteran que la sobreoferta, propiciada por el gran número de la matrícula, la mala distribución espacial de los médicos y el aumento en el gasto de la práctica, genera una enorme cantidad de médicos buscando trabajo.

Con la “bendita” tecnología se puede lograr mucho, pero no es la única manera de proporcionar una óptima atención médica. La organización, primero de los “burros sabios” y después de los servicios de atención es más importante, ya que atienden a los aspectos “sociales de la sociedad sociable”.

En México lo que “sobra” es dinero, por eso se generan descomunales gastos médicos destinados a diagnósticos y tratamientos cuya eficacia es, como los fantasmas: todo mundo habla de ellos, pero nadie los ha visto. Dichos gastos, si bien nos va, desbordan el nivel de prestaciones de las Obras Sociales, con los posteriores efectos ya conocidos: sobre prestación, aumento del uso de aparatología y desvío de fondos (¿A poco?) para subvencionar el uso de los aparatos. Por eso se ha dicho hasta el cansancio que es imperante una medicina de atención primaria-preventiva, y no tanto una medicina de curación. Los costos de la primera son infinitamente inferiores, a largo plazo, que los costos de la medicina curativa. Genera beneficios sociales y no tanto beneficios económicos de corto plazo (aquí surge inexorable el prietito en el arroz). En México se podría inventar el Premio Nobel de Salud para el individuo o los individuos que puedan conjugar esos dos tipos de beneficios. ¿La salud es un gran negocio? Eso habría que preguntárselo al grupitititito. Los médicos lo saben y las empresas también. Lo preocupante es que está en juego directamente la vida de las personas, de usted, la de él, la mía. ¿Sería mucho pedir, por caridad cristiana, que los servidores públicos que tienen relación con este problema, se carguen de una buena dosis de responsabilidad y de criterio, pero sobre todo que actúen de manera ética y profesional, y que de una vez por todas le den la espalda a eso que llaman burocratismo y corrupción?

[email protected]

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí