ASÍ LAS COSAS
Por Adolfo Prieto
De inicio, dos de las participantes para contender por la silla presidencial nos mintieron. Le
llaman pre campaña y pre candidata a algo que por donde se le vea es una descarada
campaña y es una candidata en toda la extensión de la palabra, aunque una de ellas haya
sido impuesta y la otra, por azares del destino, perfilada para representar a la oposición.
La publicidad partidista, con total descaro, puso la leyenda de que eran mensajes dirigidos
solo para los militantes del partido, pero tal publicidad está regada por todos lados y no
solo en las instalaciones de esos inmundos partidos, sino por todos lados, por lo que
resulta más fácil que dichos mensajes los lean los no militantes. ¿El Instituto Nacional
Electoral? Sirviéndoles de comparsa.
Partiendo de ese punto, pierden credibilidad las suspirantes porque además de querer dar
atole con el dedo al respetable, tienen el cinismo de prometer cosas cuando empezaron
su camino hacia la presidencia con el pie izquierdo. Si a lo anterior le agregamos que la
inseguridad electoral en México es un desafío permanente porque, se quiera o no, la
democracia es un pilar fundamental para el desarrollo de cualquier nación, y un
componente esencial de este sistema es la celebración de elecciones justas y
transparentes, y no dudo que las que se avecinan parece que no lo tienen.
En México, a lo largo de los años, la inseguridad electoral ha sido un desafío persistente
que afecta la integridad y la confianza en el proceso democrático marcado por diversos
episodios de irregularidades y conflictos. Desde fraudes notorios hasta la influencia del
crimen organizado en los procesos electorales más recientes. Los problemas van de la
coacción de votantes, la compra de votos, la manipulación de resultados y hasta el
asesinato de candidatos a puestos de elección popular que coincidentemente parece que
sólo son de la oposición.
Uno de los mayores desafíos actuales es detener la creciente influencia del crimen
organizado en la política mexicana. Grupos criminales se infiltran en los procesos
electorales para asegurar el control sobre ciertas regiones o para proteger sus intereses.
La intimidación a candidatos, el asesinato de líderes políticos y la presión sobre los
votantes son tácticas para influir en los resultados electorales. ¿Y quién está detrás de
todo eso? Que no nos vengan con el cuento que solo los malosos.
La corrupción en las instituciones electorales es un factor contribuyente. La falta de
transparencia en el financiamiento de campañas, el uso indebido de recursos públicos y la
manipulación de los órganos electorales nutre la desconfianza en el sistema; por ello, la
ciudadanía se muestra desencantada por prácticas corruptas, y escéptica ante la
posibilidad de elecciones justas, ya que cada vez es más notoria la relación entre el
narcotráfico y las elecciones en México, tema de preocupación constante por la influencia
del crimen organizado en la política mexicana a nivel local y regional. Grupos criminales
han establecido un control significativo sobre comunidades, lo que podría traducirse en
una manipulación de los resultados electorales. La intimidación a candidatos, el soborno y
la coacción de votantes son tácticas utilizadas para asegurar la victoria de candidatos
afines a los intereses de esos individuos a los que insiste López Obrador en darles abrazos
o, en el peor de los casos, acusarlos con su mamá.
¿Qué decir de la violencia política? La competencia por el control territorial y el poder
político ha llevado a enfrentamientos violentos entre diferentes grupos criminales y a
ataques contra candidatos. Esta violencia puede tener un impacto directo en la
participación electoral y en la capacidad de los ciudadanos para ejercer su derecho al voto
de manera libre y segura. Insisto: La corrupción y la colusión entre políticos y el crimen
organizado son preocupaciones persistentes, así como el financiamiento de campañas
políticas por parte del narcotráfico, la infiltración de políticos y autoridades locales de
estos grupos, con lo cual se pretende socavar la legitimidad del proceso electoral y
comprometer la integridad de las instituciones democráticas. Al mirar hacia las elecciones
de 2024 es esencial considerar cómo el narcotráfico podría afectar al proceso electoral y a
las instituciones democráticas en el país.
Se deben de implementar medidas integrales como: a) el fortalecimiento Institucional con
el cual se pueda reforzar a las instituciones electorales, garantizando su independencia y
capacidad para actuar sin interferencias políticas o de otro tipo; b) la transparencia
financiera mediante el establecimiento de mecanismos eficaces para monitorear y hacer
públicos los fondos destinados a campañas políticas, reduciendo así el riesgo de
corrupción; c) fomentar la participación activa de la sociedad civil en la observación y
supervisión de los procesos electorales, creando una red de vigilancia que pueda
identificar y denunciar irregularidades; d) la ciberseguridad, por medio de la inversión en
la seguridad de las infraestructuras tecnológicas utilizadas en los procesos electorales para
prevenir ataques cibernéticos y garantizar la integridad de los datos y, finalmente, e)
combatir al crimen organizado utilizando estrategias específicas para desmantelar su
influencia en la política, protegiendo a candidatos y ciudadanos de la intimidación y la
violencia.
Por lo anterior, la inseguridad electoral en México es un gran desafío al que hay que darle
un enfoque integral y sostenido. La construcción de un sistema electoral sólido y confiable
es fundamental para fortalecer la democracia mexicana y restaurar la confianza de los
ciudadanos en el proceso político. Es fundamental que todos los que están en
posibilidades de votar, lo hagan, independientemente del partido político que elijan. Solo
a través de esfuerzos concertados y medidas efectivas se podrá avanzar hacia un sistema
electoral más seguro y transparente porque no es que sea ave de mal agüero, pero en el
próximo proceso electoral se divisan unas elecciones de miedo.
Hasta la próxima.
adolfoprietovec@hotmail.com
