ASÍ LAS COSAS
Por Adolfo Prieto
Es tremendamente desalentador ver y escuchar como los tres candidatos presidenciales
en México se desviven por prometer infinidad de cosas que, en su mayoría, serán
incapaces de cumplir, pareciera que estamos ante candidatos de antaño, específicamente
los que resultaron triunfadores y que a los largo de seis años pasaron por alto sus
promesas de campaña que no cumplieron y que, en el mejor de los casos, tuvieron el
descaro de firmar sus supuestos compromisos ante notario para que el pueblo bueno y
sabio estuviera seguro que el despistado en cuestión, los cumpliría.
Pero de ninguna manera ellos tienen la culpa, sino quien les cree, quienes les creemos,
quienes pensamos que ahora sí las cosas van a cambiar y que harán de México una nación
de primer mundo. Como hace casi seis años, gran parte de la ciudadanía está harta de su
gobierno y de sus gobernantes, está desesperada por hacer que se vayan por donde
llegaron y no regresen más al panorama político y saben que con el voto, seguramente de
castigo, lo lograrán.
Los debates políticos están llenos de promesas porque el prometer no empobrece,
simplemente es jugar a “quién ofrece más”, aunque se sabe que no se podrá cumplir. Es
comprensible pero poco factible que los candidatos presenten una gran variedad de
propuestas para abordar las preocupaciones de los ciudadanos; sin embargo, es
importante que estas promesas sean realistas, transparentes y respaldadas por planes de
acción concretos, lo cual no se divisa por ningún lado, por el contrario, es simplemente
para “maicear” al respetable. Confío en que los votantes sepan evaluar críticamente las
plataformas de los candidatos y consideren no solo lo que prometen, sino también su
capacidad para cumplir esas promesas una vez en el cargo.
Los votantes esperan que los candidatos muestren soluciones a infinidad de problemas y
desafíos sociales. Sin embargo, es importante ser realista sobre lo que un presidente o un
gobierno pueden lograr en un período de tiempo determinado, dadas las limitaciones
políticas, económicas y sociales.
En lugar de prometer infinidad de cosas, podría ser más benéfico para ellos centrarse en
pocas áreas prioritarias como Seguridad, Salud, Educación y Empleo para que puedan
concentrar sus recursos y energía en políticas específicas que tengan un impacto
significativo. Lamentablemente le apuestan más a las dádivas y a la miseria de la gente,
aunque la falta de transparencia o el incumplimiento de las promesas erosionen la
confianza pública en el sistema político y en los líderes electos.
Si la oposición gana, no es porque la gente simpatice con ella y quiera verla en el poder,
sino porque ya está cansada del gobierno actual y desea, a toda costa, que se vaya. La
candidata de la oposición Xóchilt Gálvez Ruiz no tiene carisma, al igual que la candidata
del partido oficial Claudia Sheinbaum Pardo. Del muchachito Jorge Álvarez Máynez mejor
ni hablar, simplemente desempeña su papel de esquirol esbozando su amplia y cínica
sonrisa, por desgracia la primera candidata es la única opción para terminar de una vez
por todas con el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). En México
existe todo, menos democracia, porque llegue quien llegue a ocupar la silla presidencial,
impondrá su santa voluntad. Lo digo de nuevo: ellos hacen que prometen y uno que les
cree, para obtener el voto se preocupan por el ciudadano, pero el interés personal
siempre estará por delante de la patria, de México, de la democracia, de los partidos
políticos, del bienestar de la ciudadanía.
Se hace mucho alboroto, se generan muchas expectativas, pero el final siempre es el
mismo: poco significativo o decepcionante en comparación con lo que se esperaba. En
otras palabras, implica gran cantidad de actividad o promoción en torno a algo, pero el
resultado final no está a la altura de las expectativas o no es tan sustancial como se creía.
Lo cierto es que hacen mucho ruido y pocas nueces.
Hasta la próxima.