Cada fin de semana, cuando nos enteramos que la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México se encuentra en algún estado de la República Mexicana, leemos en las redes sociales que generalmente la invitaron a algún “foro” para dictar una conferencia magistral de las “mejores prácticas” de su gobierno.

De inmediato, su equipo de gobierno y de partido, argumentando que es fin de semana y que los gastos corren de su bolsa, se explayan subiendo fotos de “la jefa” escribiendo que dio cátedra y que los presentes aplaudieron enjundiosamente vitoreando el paraíso en el que vivimos en la Ciudad de México, gracias al “excelente gobierno” de Sheinbaum.

Esto sucede acompañada siempre del gobernante en turno, en la capital o ciudad más grande del estado, con desayuno previo con los mal llamados medios locales, y con el youtuber o comunicador cuatroteista convidado de la gira.

No pueden faltar dirigentes locales de Morena, el presidente municipal, el síndico, regidores, y todos los trabajadores de gobierno estatales y municipales (sino cómo le hacen para llenar los “foros”) que van a “aprender” lo que es hacer un buen gobierno.

Ahí, escuchan que la Ciudad de México es la más progresista, la mejor de América Latina, y que somos ejemplo, no solo nacional sino internacional. De inmediato se escucha el grito de ¡Presidenta! ¡Presidenta!

Ese es el escenario, o más bien la burbuja, en la que encierran a Claudia Sheinbaum todos los fines de semana, para regresar de lunes a viernes a escuchar a su séquito, decirle que es la primera en las encuestas y desde ya, recibiendo de este cerrado círculo de su gobierno, propuestas de que debería hacer cuando sea la primera Presidenta mujer de México.

La realidad sin embargo está muy lejana. Para una gobernante proveniente de la izquierda de este país, con formación radical universitaria, es excomulgado aquel o aquella que se atreva a insinuar que sus giras son en sí, copia fiel de todo lo que criticaron desde hace décadas: la mentada cargada priista, de épocas de partido de estado.

Es llamado traidor aquel que se atreva a decir que quienes la escuchan, les vale si hay internet en cada poste de la ciudad o si nuestras leyes son las más de avanzada, o que por fin hay un gobierno sin corrupción (lo cual es, por cierto, una gran mentira).

La razón es muy sencilla: no hay problema más grave que el de la inseguridad y el terror que seguimos viviendo en todo el país, y que desafortunadamente, no se ha podido disminuir o ni siquiera combatir, con abrazos y no balazos.

Y es en todos lados. Y aunque se presuma del “gran trabajo” de Omar García Harfuch, y de la Fiscal Ernestina Godoy, nadie, absolutamente nadie le creería a Sheinbaum que vivimos en ese paraíso que describe en sus giras. Ya no le digo quienes confundidos preguntan si gobierna el Estado de México (real) o como le hace para no trabajar los fines de semana.

Nunca ha transparentado cuánto le cuestan a ella cada uno de sus viajes, pero sobre todo, cuánto cuesta la logística para realizar estos “foros”, así que, de transparencia, tampoco podría presumir. ¿O me equivoco? Hágamelo saber en mis redes sociales.

Twitter: @floresaquino