Un Fracaso Evidente: La Movilidad en la Ciudad de México

Adolfo Prieto

Así las cosas

Por Adolfo Prieto

Durante varios años he insistido, como infinidad de personas, que la Movilidad, por
lo menos en la Ciudad de México, es un verdadero fracaso por la ineficacia y
corrupción en su gestión, las deficiencias en su infraestructura, la falta de prioridad
en la seguridad y educación vial y la resistencia a hacerle cambios estructurales;
sin embargo, es un tremendo éxito para algunos encargados de llevarla a buen
puerto porque han hecho de ella un verdadero negocio.

Desde los gobernantes capitalinos Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera hasta
Claudia Sheinbaum y finalizando con Martí Batres supuestamente se han
implementado medidas para eficientar el transporte público y “lograr” que los
capitalinos se desplacen de mejor manera y más rápido a cada uno de sus
destinos utilizando el Metro, Metrobús, camiones y bicicletas. Uno que otro
despistado, yo le llamo burro sabio, inventó y promovió, sin éxito, la llamada
Pirámide de Movilidad, esa que en teoría resulta extremadamente maravillosa,
pero en la práctica parece invertirse y no logra concientizar a gran parte de la
ciudadanía de que determinadas personas, dependiendo del vehículo en el que se
muevan, tienen cierta prioridad, aunque violen el Reglamento de Tránsito y se
desplacen de un lugar a otro como mejor les parezca exponiendo su integridad
física y la integridad del peatón.

No menciono a automovilistas y motociclistas porque no han resultado
beneficiados con dicha Movilidad, dado que al primero se le restringieron espacios
para circular y aparcar, y al segundo no se le da un espacio como a la bicicleta,
pues tiene que moverse como siempre lo ha hecho: como puede y como el
santísimo le da a entender, pues hasta la fecha no hay “motovías” (a las que

también tienen derecho) como ya se hizo en Malasia, Taiwán y en Colombia,
aunque también sean una calamidad a la hora de circular y exponer su vida, la de
los demás y la libertad del automovilista.

En México la Movilidad es un negocio, y eso queda de manifiesto con la cantidad
de millones de pesos que el gobierno capitalino gasta en pseudo ciclovías
(cantidad irrisoria comparada con la de otros países, principalmente europeos) y
digo pseudo ciclovías porque no hay una sola que sea segura para el ciclista, por
el contrario, la mayoría resultan peligrosas, inviables y no cumplen con los
estándares internacionales, constantemente lucen deterioradas, se les da un
pésimo mantenimiento y algunas son invadidas por ambulantes y vehículos
automotor.

El Instituto Mexicano del Transporte señaló que “Las ciclovías segregadas deben
tener al menos 2.0 metros de ancho, aunque de preferencia deben contar con 3.0
m. En caso de que en algún sitio no sea posible suministrar el ancho mínimo de
2.0 m, un ancho de 1.5 m puede ser considerado, pero sólo en distancias cortas”.
En la práctica parecería que la mayoría de las ciclovías en la CDMX, están
completamente segregadas, por ello de 3 metros se reduce a 2 y para no errar se
puede considerar 1.5 metros, total, todo cabe en una calle o avenida, sabiéndolo
acomodar, eso sin contar que, aunque existan, su uso no es obligatorio sino
opcional. No me van a dejar mentir, pero hay infinidad de despistados que
prefieren pedalear por fuera de ellas que por dentro, así de absurdo es el
reglamento de tránsito.

Tal es el caso de la pseudo ciclovía de Adolfo Prieto, de 3.8 kilómetros de longitud,
que se redujo dos veces y la tercera fue la vencida. El “proyecto” engañosamente
mostrado a los vecinos por parte de la hoy Alcaldía Benito Juárez, en el año 2014,
en casi nada se parece al proyecto final. Desde su implementación fue un engaño
total y un negocio redondo con la pintura de las líneas para delimitar el espacio, la
colocación de bolardos y postes de concreto, ya que el valor del costo del material

fue inflado por la “autoridad” léase corruptazo Jorge Romero Herrera, además de
que constantemente se dañaba y era reemplazado por uno nuevo.

Por aquel entonces el joven y ocurrente Mancera reconoció hipócritamente que los
ciclistas no debían pedalear por caminos donde corrieran peligro (con lo cual estoy
totalmente de acuerdo), y “muy preocupado” por ello, más tarde que temprano, se
dio cuenta que el trazo de algunas ciclovías, además de haber sido construidas de
manera forzada y poner en peligro no solo al ciclista, sino también al peatón,
tenían que ser corregidas y probablemente reubicadas, lo cual nunca sucedió; por
el contrario, siguieron pintando líneas, colocando bolardos y ya con eso aparecía
una nueva pseudo ciclovía. Estaba más preocupado, como varios que promueven
el uso de la bicicleta, en posar para la foto para que viera el pueblo bueno y sabio,
que cada día eran más y más los kilómetros de espacio que se utilizaban y utilizan
para crear ciclovías, aunque semanas después de inauguradas, se evidenciara lo
deterioradas y mal hechas que estaban y están, tal es el caso de la de
Insurgentes, que antes de ser inaugurada, ya presentaba infinidad de fisuras en el
asfalto, tramos inconclusos, deficiente señalización, pero que la Secretaría de
Movilidad presentó como obra del primer mundo.

El joven Mancera fue tan cínico que sin el menor empacho dijo: “Hay algunas
ciclovías que se hicieron muy forzadas, algunas que se hicieron donde es muy
difícil que haya ciclovía”, y más tardó en decirlo, que Mis Fallida Movilidad, Laura
Ballesteros Mancilla, en darle me gusta y retuitear la infinidad de ocurrencias que
el exjefe capitalino, su jefe en ese entonces, escribía en una de las tantas redes
sociales, siendo que meses antes fue una de sus principales detractoras.

La Movilidad, negocio de unos cuantos, a través de Ecobici, publicita, en todas las
bicicletas que pertenecen a su red, a una institución bancaria de cuyo nombre no
me da la gana acordarme, con el pretexto de que las patrocina, aunque muchas
bicicletas estén muy deterioradas, exponiendo al ciclista a que, si no tiene un

accidente por culpa de otros conductores de diferentes medios de transporte, lo
sufra con la propia bicicleta.

Lo que menos le interesa a la “autoridad” es la movilidad, la seguridad del ciclista y
del peatón (ya no digamos la del motociclista) porque cada día se registran más
accidentes viales en donde resultan lesionados o muertos estos últimos, así como
ciclistas. También aumenta el número de percances en el Metro, el que debería de
ser la máxima prioridad porque mueve a la mayor cantidad de gente en la ciudad,
no obstante, su deterioro se hace más evidente, engañando, nuevamente a la
gente, en que se le da mantenimiento como nunca se ha hecho en su historia.

La autoridad ha caído en el absurdo de hacerle creer a unos cuantos que son
moralmente superiores, que merecen un trato especial, aunque su conducta al
pedalear sea, en ocasiones, totalmente aberrante. La prioridad debe de ser el
ciudadano, que independientemente del transporte en el que se mueva, muestre
respeto por los demás, por el reglamento de tránsito, por los señalamientos, al
cruzar una calle o avenida, al detenerse cuando la luz del semáforo esté en rojo, al
dejar pasar al peatón cuando éste lo hace con responsabilidad y no manipulando
su celular y disminuyendo la velocidad de su andar para demostrarle al
automovilista que tiene que esperarse hasta que se le dé la gana cruzar, etcétera.

Nos falta educación vial, educación en todos los sentidos, hace falta endurecer las
leyes de Movilidad mediante el Reglamento de Tránsito, que en el papel se leen
muy bonitas, pero en la práctica no se hacen cumplir. Se necesita sancionar a
todos los que infrinjan el reglamento, independientemente de la forma en que se
muevan, emplear grúas para retirar los autos mal estacionados, etcétera, pero,
sobre todo, exigirle a la autoridad que actúe conforme a derecho, que no se
dedique a sangrar al ciudadano inventándole faltas al reglamento de tránsito que
jamás cometió y que por ningún motivo se permitan las “mordidas” para
perdonarle al infractor su falta.

Ya lo dijo André Gorz: “Para que la gente pueda renunciar a sus automóviles, no basta
con ofrecerle medios de transporte colectivo más cómodos. Es necesario que la gente
pueda prescindir del transporte al sentirse como en casa en sus barrios, dentro de su
comunidad, dentro de su ciudad, a escala humana y al disfrutar ir a pie o en bicicleta de
su trabajo a su domicilio. Ningún medio de transporte rápido y de evasión compensará
jamás el malestar de vivir en una ciudad inhabitable, de no estar en casa en ningún lugar,
de pasar por allí solo para trabajar o, por el contrario, para aislarse y dormir”. Xavier
Corominas, ex alcalde de Salt (España), junto con Pedro Bravo, periodista, autor del libro
Biciosos, dijeron, durante el 4° Foro Mundial de la Bicicleta, no estar contra las ciclovías,
aunque reconocieron que el futuro de ese tipo de infraestructura es desaparecer y que es
mejor aprender a compartir el espacio que se le gane al automóvil, que seguir
construyendo ciclovías mal planeadas.

Hasta la próxima.

adolfoprietovec@hotmail.com

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