Así las Cosas

La Fallida Movilidad 

Por Adolfo Prieto 

Desde que tengo memoria uno de los principales problemas, al menos en la CDMX, es el de la Movilidad. Autoridades van, autoridades vienen, e inspiradas por un ente divino elucubran métodos para erradicar o por lo menos disminuir, el tráfico vehicular en la capital mexicana. 

¿El resultado? Es más que evidente, un caos total que se daba en las horas pico ahora puede surgir en cualquier momento y justo ahí aparece el villano principal: el automóvil, conducido por el que los “despistados” llaman “cochista”. 

He insistido hasta el cansancio que el problema no se debe a la gran cantidad de autos (millones) que circulan a diario por las calles y avenidas, sino a la falta de educación vial, educación en todos los sentidos, y es aquí en dónde aparece el héroe, papá gobierno, encabezado por improvisados que de movilidad saben lo que yo sé de física nuclear.  

Tratando de emular lo que hacen algunos países europeos, (im)ponen la bicicleta como medio de transporte del presente, del futuro, de vanguardia, único y excelso para que la gente se mueva de norte a sur y de oriente a poniente, sin antes prever los problemas inmediatos que ello conlleva, como lo son la falta de infraestructura ciclista, que tratan de suplir con pseudo ciclovías inseguras, inviables y que no cumplen con las normas internacionales; distancias muy largas, para algunos, como sería el ir de Iztapalapa a Santa Fe; muy mal iluminadas, asfalto deficiente y con baches por doquier, ramas de árboles salidas, así como cables, coladeras e infinidad de puntos que la autoridad se ha pasado por el arco del triunfo y que muchos ciclistas aceptan gustosos con tal de sentir que les están brindando lo que supuestamente ellos pidieron, en lugar de rechazarlas y exigir que se hagan bien las cosas.  

También está el pésimo servicio del Transporte Público, que lo cacarean a los cuatro vientos como si realmente estuviera a la altura de las circunstancias, y me refiero al Metro, al Metrobús y en el peor de los casos, a camioneros y microbuseros cuya mayoría de conductores carecen de la más elemental educación vial y destreza para conducir tales vehículos, porque lo mismo les da por estacionarse en doble fila que en lugares prohibidos, ir usando el celular mientras conducen, despreciar (literalmente) las luces como lo son las direccionales, ignorar los límites de velocidad, hacer paradas en donde no deben, descargar mercancías en cualquier carril, y si a eso le agregamos las pésimas condiciones en las que están las unidades de transporte, pues ya se amoló el asunto.  

Pero ahí no para la cosa, hay que agregar un anacrónico Reglamento de Tránsito al que la mayoría elude, evade, hace caso omiso o le da lo mismo que exista o no, siendo la autoridad la que lo pone en práctica exclusivamente cuando se trata de lucrar con el mismo, en pocas palabras, está de adorno o de pretexto para aplicar una “mordida”. 

Pero retomando la educación vial, la educación en todos los sentidos, resulta indispensable inculcársela a la ciudadanía a edades muy tempranas para que por lo menos tenga las nociones básicas de conducción y de una sana convivencia cuando se maneja cualquier tipo de vehículo; porque es notorio que los padres de familia que llevan a sus hijos a la escuela, en auto, se estacionan hasta en triple fila para que los niños desciendan, dan vuelta en lugares prohibidos, se exceden en la velocidad e infinidad de cosas más; y en el caso de los peatones, para saber cómo conducirse en las calles y avenidas, desde cruzar siempre en las esquinas, respetar las luces de los semáforos, usar los puentes peatonales y pasos a desnivel, caminar sobre las banquetas, siempre a su derecha, abordar algunos transportes públicos en las paradas destinadas para ello, etc. 

Si partimos de que tenemos una autoridad denominada Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México, cuyas principales cabezas adolecen, en primera instancia, de los conocimientos, ya no suficientes, sino básicos para poder llevar a buen puerto la movilidad de un Estado, y lejos de ello solo sirven a intereses políticos y personales de ciertos políticos a través de programas populacheros como el Ciclotón o cerrar calles y avenidas casi todos los domingos para “maicear” ciclistas y hacerles creer que el uso de la bicicleta va viento en popa, cuando muchos sabemos que esas rodadas ciclistas son protagonizadas, en su mayoría, por ciudadanos que usan las bicicleta sólo los domingos y de lunes a sábado son incapaces de moverse en otra cosa que no sea su automóvil. 

La realidad es que estos de la Movilidad están colapsando la Ciudad de México al reducirle espacio al auto, hacer pseudo ciclovías mal planeadas y darse el lujo de señalar, en el Reglamento de Tránsito, que su uso es opcional, lo cual se traduce en que infinidad de ciclistas pueden pedalear por dentro o por fuera de la ciclovía, cuando su uso debería de ser obligatorio siempre y cuando exista una a su alcance, tanto por su seguridad, como para darle el uso que le corresponda y en el sentido que esté indicado en la misma. Es por ello que vemos muchas pseudo ciclovías semidesiertas, abandonadas, invadidas por autos (lo cual no justifica dicha invasión), motociclistas, microbuseros, etcétera. 

Desde que los “burros sabios” de la movilidad pusieron de moda pintar unas cuantas líneas para indicar que eso era una ciclovía, los que le siguieron continuaron con ese mismo formato y a la buena de Dios les dio por pintar en lugares nada idóneos y necesarios para crear una ciclovía en toda la extensión de la palabra, simplemente era mitigar, de esa manera, la presión que ciertos sectores ciclistas siguen ejerciendo a la autoridad en demanda de espacios para la bicicleta. Se les proporcionaron varios espacios y se cacareó que las redes de ciclovías abarcaban cada vez más kilómetros, ¿a costa de qué? De la seguridad de los ciclistas, porque se diga lo que se diga, insisto, no hay una sola ciclovía segura en la CDMX, el transporte público va de mal en peor y la inseguridad para caminar es más latente. ¿Con qué cara la “autoridad” se atreve a decir, sugerir, insinuar casi casi ordenar, que la ciudadanía deje a un lado su automóvil y se mueva en otro tipo de vehículo? 

Para acabarla de amolar a quién sabe qué despistado se le ocurrió inventar la Fallida Pirámide de Movilidad, en donde se victimiza al peatón y al ciclista y se lincha al automovilista. Pirámide que utilizan muchos despistados para hacernos sentir que son vulnerados sus derechos, su integridad física y su espacio. Todo mundo sabe que son muy pocos los que respetan a su prójimo; ni el automovilista respeta al ciclista, ni el ciclista respeta al peatón, ni el peatón respeta al automovilista, ni el motociclista respeta al ciclista y el conductor del transporte público no respeta ni a la autora de sus días. Por ello, insisto, la Pirámide de Movilidad debe favorecer al que respeta el Reglamento de Tránsito, al que muestra una buena sana convivencia, al que conduce con precaución y como lo señalan los cánones de movilidad, al que es capaz de ceder el paso al ente más vulnerable, al que cruza en las esquinas, al que se estaciona en los lugares adecuados, al que no excede la velocidad, al que usa los puentes peatonales para cruzar una avenida, etcétera, independientemente de la forma en que se mueva. 

Ni el tráfico ha disminuido, ni el transporte público ha mejorado, ni el uso de la bicicleta va en aumento como nos quieren hacer creer, y muy pocos automovilistas están convencidos de optar por otro medio de movilidad que no sea su carro. 

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