Crece la ola de inseguridad y violencia en Guerrero sin que nada hagan las autoridades federales y locales.

Trascendió que desde el pasado fin de semana el obispo emérito de Chilpancingo- Chiapa Salvador Rangel Mendoza, está desaparecido, lo que encendió todas las alertas por presumirse que se trate de un secuestro a manos de grupos delictivos que operan en esa zona del estado.

Apenas el pasado mes de febrero, tras una reunión con líderes criminales de la entidad, el prelado reconoció estar sentenciado de muerte.

En entrevista radiofónica Rangel Mendoza dijo que el Gobierno o no tiene voluntad de apagar esos fuegos o le tiene miedo al crimen organizado.

Y reconoció que su vida está en riesgo con la reunión que sostuvo entre los cuatro obispos de Guerrero y líderes criminales hace tres semanas.

Y puntualizó: “estoy amenazado, y le voy a decir, hasta sentenciado a muerte, yo no sé si por el gobierno, o por estos capos, pero yo sigo en la línea”.

Hasta hoy nada se sabe sobre el paradero del religioso.

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