Desde un tiempo para acá, es imposible no recordar, reconocer y rememorar la lucha de las mujeres por sus derechos y la visibilidad de su trabajo, particularmente en el ámbito de mi vocación, el teatro. Y si bien es cierto que debería suceder siempre, es en marzo cuando tomamos mucho más conciencia y luz sobre los quehaceres en los que las mujeres somos protagonistas.
Este escrito va, para reconocer, rememorar y abrazar a todas las mujeres de teatro, por aquellas que vemos en el escenario: actrices, cantantes, bailarinas y músicas, ejecutantes de diversas disciplinas cuya profesión suele ser demeritada y cuya valía muchas veces se liga a la belleza y la juventud, cuando el arte y la disciplina que implican no tiene que ver con el tiempo y las curvas, sino con el trabajo diario, la observación, el mantenimiento arduo del instrumento de trabajo, y el conocimiento universal que implica estudio constante para representar la vida misma en el escenario con todos sus claroscuros. Va por ellas, por su capacidad de seguir adelante a pesar del continuo rechazo en audiciones y del poco valor que la sociedad da a su profesión.
Este abrazo y esta muestra de solidaridad y sororidad va también por los hombres que por vestirse de mujeres no merecían un escenario y un trabajo digno. Por los que habitan la piel de una mujer, que se maquillan y se travisten y que son maltratados y que siguen en escenarios poco dignos por el simple hecho de hacerlo.
Este reconocimiento es también, para por todas las Directoras de Escena que siguen abriendo nuevas brechas.
Por todas las mujeres trans que hoy ocupan un lugar en los escenarios.
Estas letras van por todas esas mujeres creativas, dramaturgas, diseñadoras, escenógrafas, iluminadoras vestuaristas y realizadoras que se han abierto camino en un mundo que, durante mucho tiempo fue y sigue siendo, una selva de creatividad dominada por los hombres.
Por todas las asistentes de vestuario, de peluquería, de maquillaje y de producción.
Por todas las mujeres que cuidan a otras mujeres detrás de escena.
Por todas las productoras ejecutivas y coordinadoras de producción.
Por las pocas mujeres que existen dentro de las plantillas técnicas.
Por todas las acomodadoras, empleadas de puerta y taquilleras, a veces relegadas, pero fundamentales en la relación con el público.
Por todas las mujeres que trabajan y salvaguardan la seguridad de un teatro.
Por toda las que afanan, limpian y barren lo teatros al terminar la función.
Y por sobretodo, por ser mi caso, a todas las productoras, empresarias de teatro, que invierten sus recursos en la tarea escénica, que generan empleos a largo plazo, que salen a vender boletos de mil y un maneras para que el espectáculo continúe, se mantenga y crezca. No desfallezcan, siempre hay manera de salir adelante.
A todas ellas, GRACIAS.
REBECA MORENO
PRODUCTORA DE TEATRO.