El Hijo del Camionero
“¿Cuál es su historia? y ¿Qué son los aranceles?”
Por: Dr. Mario Rodolfo Cid de León Carraro
Presidente de la Junta de Enlace Ciudadano, para el
Análisis de Temas Económicos y Sociales de
México y Nezahualcóyotl
@MRODOLFO_CID
El tema que hoy tratamos en el “Hijo del Camionero”, es un tema propuesto por un amigo: Rodrigo Ordaz y con esta exposición, se busca esclarecer cual ha sido el origen del libre comercio en México, que son los aranceles y la evolución de la situación actual de ese libre comercio con respecto a Estados Unidos, espero les resulte útil.
Este último periodo de la historia de México ha sido totalmente tumultuoso, esto debido a las promesas de campaña y ahora realidades cumplidas por parte del actual presidente de Estados Unidos: Donald Trump.
El presidente Trump, logra volver a ganar la presidencia de su país, con márgenes históricos de votación, tras el agotamiento del modelo económico que data desde Ronald Reagan, que consistió en una especie de neoliberalismo, pero sujeto a una estructura de reglas estatales bastante claras y con limites, totalmente establecidos, los que se fueron diluyendo progresivamente, hasta que apareció un nuevo sistema de reglas, que imperó durante el gobierno de Bill Clinton, en cuyo periodo entro en vigor el Tratado de Liber Comercio de América del Norte; dicho tratado marca un hito, ya que crea una zona de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, mucho más grande que la Unión Europea, con la única salvedad, de que aquí, no hay libre tránsito de personas.
Después de la revolución, México se convirtió en un país económicamente cerrado. No participaba en el comercio internacional, ya que las grandes metrópolis comerciaban dentro de sus imperios; por ejemplo, las camisas confeccionadas en Manchester se vendían en Deli y el algodón usado se cosechaba en Birmania.
En este contexto, México se cierra con el afán de desarrollar su propia industria y con ello conseguir una mejora en los niveles de vida de la gente, para lo que el gobierno, comenzará a tener una fuerte participación como generador de infraestructura para la inversión y en algunos casos, será quien invierta en desarrollar ciertos sectores empresariales específicos, lo que de antemano, no fue malo, sino que el modelo se corrompió, cuando ese gobierno, en un afán de mantener el control político de la sociedad, en primer lugar reemplazó en buena parte a los capitalistas mexicanos, de manera que los trabajadores, le debían el empleo al gobierno en turno; en segundo lugar, cuando los negocios mal planificados del sector privado, salieron mal, el gobierno se dedicó a rescatarlos nacionalizando sus empresas y con las indemnizaciones, mantuvieron sus fortunas, debiéndole la lealtad al gobierno de ese momento y tercero, la nula exigencia del gobierno hacia los capitalistas mexicanos, que invirtieran en desarrollo tecnológico e investigación, al grado que a principio de la década de 1980, más del 50% de la industria textil en México, operaba con tecnología del porfiriato; no se había desarrollado una industria pesada y la producción manufacturera, además de escasa, desarrollaba licencias y no tecnología propia, lo que mantenía en la pobreza a la población, y rezagado el país.
Pero resulta necesario regresar un poco en el tiempo ¿Cómo es que la economía mexicana estaba cerrada?: la posibilidad de comprar en el exterior siempre ha existido, no obstante, esta se limita o se restringe a través de un impuesto a la importación, que encarece la mercancía, dicho impuesto se denomina ARANCEL y los aranceles son los derechos de aduana aplicados a las importaciones de mercancías, lo que hace que estas incrementen precios en el mercado interno; los aranceles proporcionan a las mercancías producidas en el país una ventaja en materia de precios con respecto a las mercancías similares importadas, y constituyen una fuente de ingresos para los gobiernos que los imponen; por tanto, resultaba muy ventajoso.
Tras múltiples crisis económica y la escasez y encarecimiento de los distintos bienes y servicios, por lo que durante el gobierno de Miguel de la Madrid, se consideró la necesidad de abrir la economía de manera que se pudiesen importar sin costos adicionales nuevas tecnologías, acceder a nuevos productos y servicios, además que entraran otros que ya se producían en México, esperando que la competencia directa, los llevara a bajar de precio; aunque la estrategia debió ser otra, primero se debió obligar a los capitalistas mexicanos a que modernizaran sus plantas y comenzar con una apertura gradual que permitiera la entrada de bienes estrictamente necesarios, para después lograr una apertura total; en otras palabras, la apertura consistió en poder importar, sin que los bienes y servicios adquiridos del exterior, estuvieran gravados con aranceles o bien con tasas mínimas de estos.
En este esquema México ingresó al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), el 24 de agosto de 1986, lo que significó de pasar de súbito de una economía totalmente cerrada, a una prácticamente totalmente abierta.
Esta apertura, combinada con el choque externo sufrido por la economía mexicana en ese mismo 1986 hizo forzoso ejecuta fuertes ajustes en lo financiero para 1987, porque si bien se esperaba una recuperación del precio del petróleo, ésta no se lograría a tiempo y la reserva internacional era insuficiente para financiar la pérdida de ingresos de divisas, además, no se contaba con acceso a crédito externo.
La reserva bruta del Banco de México, ya mermada durante 1985, disminuyó cerca de 32 por ciento en los primeros siete meses de 1986 y en julio alcanzó un nivel ligeramente inferior a los cuatro mil millones de dólares, en estas circunstancias, fue preciso dejar que las tasas reales de interés se elevaran como consecuencia de la demanda de los recursos requeridos para financiar el aumento en el déficit público resultante de la caída en los ingresos petroleros y del incremento abrupto del déficit de la cuenta de la balanza comercial derivada de la reciente apertura comercial.
Como una forma de palear los resultados de la reciente apertura comercial, se procedió a devaluar la moneda, resulta necesario expresar, que el comercio internacional, se realizaba en dólares, entonces una cantidad mayor de peso abaratado es comprada con menos dólares, lo que favoreció algunas exportaciones de México, mientras que ocurre lo contrario con las importaciones, se requieren más pesos para comprar dólares, lo que implica una subida de precios; así reaccionó México; de esta manera se liberaron recursos para financiar la diferencia en la balanza de pagos.
Quedaba claro que era necesario desarrollar el comercio de manera ordenada, dicho ordenamiento implica que un país debe importar el mismo monto que exporta, pero no ocurrió de esta manera en México, sino hasta en años recientes y es en el gobierno de Carlos Salinas, que se decide que para poner en orden el comercio internacional, era necesario celebrar un tratado de libre comercio, es decir un conjunto de reglas que establecen que se comercia, en que cantidades y bajo que jurisdicción legal, sin que existan tarifas arancelarias, si alguien queda fuera del tratado, con los mismos productos, o no se comercia con ese país o bien a ese, si se le imponen aranceles.
Ante la perspectiva de ese tratado, que México propone a Estados Unidos, se suma Canadá y es el 01 de enero de 1994 cuando entra en vigor, lo que no solo significaba la creación de una enorme zona de libre comercio, sino que se apostó erróneamente, lo que queda demostrado en la actualidad, a que el proceso de desarrollo económico de nuestro país, estuviera vinculado totalmente a la economía más grande del mundo, además el gobierno apostó por la venta de paraestatales para utilizar los recursos obtenidos por ello, para financiar el déficit de cuenta corriente y mantener un nivel de vida, en tanto el tratado rendirá frutos, también se requirió a los capitalistas mexicanos, que en vez de invertir en plantas productivas, sustituyeran al gobierno, en su obligación de invertir en infraestructura, como una forma de acelerar la construcción de esta, por ello se privatizaron puertos, aeropuertos, carreteras, entre otros; dicha infraestructura favorecería el libre comercio con esos dos flamantes socios.
El problema, fue que se agotaron primero los recursos de la venta de las paraestatales mucho antes que el tratado rindiera sus frutos, estallando la crisis de diciembre de 1994. El gobierno de Ernesto Zedillo ante el fenómeno crítico, entre otras cosas, aposto por desarrollar un mercado externo, a partir de ofrecer mano de obra barata y poco calificada, lo que significó que propiamente Estados Unidos, trasladaran sus procesos de poco valor a México, aprovechando ese libre comercio, de esta forma los costros de dichos procesos se reducirían aun más, lo que impactaría con precios menores al consumidor final; así empieza la historia de la maquila en México, todo lo producido, que además era de poco valor, se exportaba en su totalidad, por lo que no existía un mercado interno, teniendo dos resultados: la instalación de plantas y la generación de trabajo poco remunerados, propició mayores ingresos, con lo que comenzaron a mejorar sustantivamente las finanzas publicas y en segundo lugar, el tipo de empleo generado, no era suficiente, no alcanzaba a toda la gama de la clase trabajadora, la que no tenia poder de compra, es decir empezamos a tener un país con dinero, con población pobre.
Habrá un evento sustantivo que cambiará el orden de cosas, la crisis hipotecaria de 2008; muchas empresas estadounidenses, invertían sus utilidades, reservas operativas y capital de trabajo en acciones de empresas hipotecarias, de manera sencilla, diremos que dicha crisis se debió a que el volumen de construcción de casas y la financiación de la adquisición de estas, fue muy superior a la que la población podía pagar- Los bancos especializados como Lehman Brothers otorgaban créditos a personas que el sistema había hecho creer que eran de clase media, pero realmente no lo eran, para adquirir vivienda que sus salarios realmente no podían comprar, al caer en impago, los bancos empezaron a embargar las casas y al no poder colocarlas en un mercado secundario bajo esquema de refinanciamiento, los bancos se quedaron sin liquides y empezaron a quebrar de manera masiva, con esas quiebras, empresas como las automotrices, también entraron en quiebra al perder los recursos invertidos en hipotecas.
En este contexto, el gobierno de Barak Hussein Obama, salva a las empresas automotrices y a diversos bancos, bajo el argumento de que son demasiado grandes para quebrar, las salva a través de dos vías: la compra de acciones, cuyos recursos se usaron para sanear las finanzas de las empresas, la transferencia de recursos presupuestales directos y la facilitación de la adquisición de empresas estadounidenses, por pares extranjeros.
La reestructuración de operaciones de estas empresas, las llevó a buscar reducir costos para ofrecer mejores precios, lo que llevó a que estas, trasladaran sus operaciones a terceros países, buscando mejores costos, siendo los destinos China y México, el atractivo de México, además de una infraestructura desarrollada, regalos económicos a las empresas, como sesión a titulo gratuito de terrenos, exención en impuestos locales, programas específicos para el pago de ISR, además en esta ocasión se ofreció mano de obra barata, pero altamente calificada.
El traslado de empresas, más las facilidades por los gobiernos a partir del año 2000, permitió que se consolidaran sectores como el automotriz, el químico y el siderúrgico, significando la desindustrialización de Estados Unidos, mientras que en México, se generó un sector industrial no propio, apoyado por proveeduría local, que poco a poco, propició que la balanza comercial, respecto a Estados Unidos, se hiciera superavitaria, es decir, para Estados Unidos se volviera deficitaria, propiciando que se consolidando una pequeña clase media con poder de compra, dando la ilusión de desarrollo, lo que evidentemente no fue suficiente, ya que la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto entre 2001 y 2018, promedió un poco más de 2% anual, ante una necesidad mínima del 5%. Es necesario mencionar, que no fue solo a México, China con la misma política, atrajo la mayoría de los traslados internacionales.
Bajo este contexto, Donald Trump, gana su primer mandato, reclamando que el comercio con México y Canadá es injusto por lo que, desde el 20 de enero de 2017, exigió la negociación de un nuevo tratado, el tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), en sustitución del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).
El nuevo tratado de libre comercio entró en vigor el 01 de julio de 2020, firmado y signado por los gobiernos de Canadá de Justin Trudeau, el de Estados Unidos encabezado por Donal Trump y el de México encabezado por Andrés López.
El atractivo del nuevo tratado entre otras cosas es el otorgamiento de las tres partes de trato nacional a las mercancías de otra Parte de conformidad con el Artículo III del GATT de 1994, incluidas sus notas interpretativas, y para tal efecto, el Artículo III del GATT de 1994 y sus notas interpretativas, se incorporan a este Tratado y son parte integrante del mismo; dicho trato se otorga, con respecto a un nivel regional de gobierno, un trato no menos favorable que el trato más favorable que el nivel regional de gobierno otorgue a cualesquier mercancías similares, directamente competidoras o sustituibles, según el caso, de la Parte de la cual forma parte integrante; así como algo muy relevante, salvo que se disponga lo contrario en el Tratado, ninguna Parte incrementará cualquier arancel aduanero existente, o adoptará cualquier nuevo arancel aduanero, sobre una mercancía originaria.
Otro compromiso dentro del tratado es la posibilidad de que cualquiera de las tres partes, de manera unilateral, pueda reducir o eliminar los aranceles, que prevalezcan sobre productos y servicios excluidos del libre comercio; es decir, el tratado incluye sendas listas, que con claridad indica los productos libres de aranceles.
El nuevo tratado y el inicio de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, llevo a que el gobierno de Trump impusiera aranceles, es decir impuestos a las importaciones que realizaba su país desde China, ello llevó a que productos estadounidenses y de países europeos producidos o por lo menos manufacturados en China, se encarecieran para el consumidor estadounidense, por lo que las líneas de producción comenzaron a trasladarse algunas de vuelta a Estados Unidos, otras a Canadá y otras en mayor cantidad a México, aprovechando que el comercio estaba libre de aranceles por el tratado y además de las condiciones económicas, trayendo como consecuencia, si bien mayores ingresos para México derivados del comercio internacional, también se incrementó notablemente el déficit comercial de Estados Unidos, el que comenzó a financiar con mayores volúmenes sin precedentes de deuda pública.
Durante el gobierno de Joe Biden, su contra parte mexicana, comenzó a violar unilateralmente el T-MEX, al prohibir el comercio de maíz, genéticamente modificado, cambio de reglas en el comercio y producción de electricidad y petróleo, la preferencia de compras públicas de productos chinos sobre los regionales, entre otros. Lo grave de esta situación es que el entonces presidente de México, quien concluyó la negociación del tratado, tenía la opción de revisar las listas de productos e inversiones, lo que no hizo.
En 30 años de libre comercio, las condiciones productivas de los tres países cambiaron radicalmente, muchos productos estadounidenses de consumo en México, son elaborados totalmente en México, por lo que el llamado a boicotear esos productos y servicios, simplemente equivalen a un suicidio; así mismo, muchos productos que se consumen en Estados Unidos, son totalmente producidos en México; por otra parte el avance tecnológico y el cambio de estructura socioeconómica de los vecinos del norte, ha reducido la dependencia de la mano de obra mexicana, el campo estadounidense ya no depende de esa mano de obra, maquinas hacen el trabajo, tampoco debe confundirse el origen étnico de la población estadounidense, si bien es cierto que muchos estadounidenses, tienen origen mexicano, son eso, estadounidenses, por lo que es una falsedad ideológica contar su contribución como mano de obra mexicana.
Este es el panorama que Donald Trump enfrenta en su segundo mandato, aprovechando las violaciones del gobierno mexicano del T-MEC, realiza reclamos comerciales, pretextando temas políticos, como es la inmigración ilegal y el tráfico de drogas, que, aunque son problemas totalmente ciertos, son el pretexto político, para enfrentar una situación totalmente económica.
Como se escribió en el No. 78 del Hijo del Camionero, que se tituló “LA SITUACIÓN ACTUAL ENTRE MEXICO y ESTADOS UNIDOS”, Estados Unidos si está obligado a presionar, su deuda supera la suma de la deuda de los países latinoamericanos; el déficit comercial es enorme e insostenible, es de 170 mil millones de dólares con México, de 51 mil millones de dólares con Canadá y de 236 mil millones de dólares con China, además de que en el caso de México, el mencionado déficit se genera en comercio intra firmas, de las propias empresas estadounidenses y ante esta situación realmente dicho país, tendrá que transitar de una retórica política, a tomar acciones contundentes de naturaleza económica, aunque algunos analistas piensen lo contrario y las medidas ya se están tomando y son las amenazas mensuales incumplidas de imponer aranceles a la totalidad de importaciones provenientes de México, tal situación genera incertidumbre, lo que de entrada, ya tuvo una primer consecuencia, que va de la mano del programa de reindustrialización de Estados Unidos, empresas de diversas nacionalidades asentadas en México y que están en posibilidad, trasladaran a aquel país, por lo menos la producción que venden allá, las nuevas inversiones están detenidas y muy probablemente se establezcan allá.
En este momento, las promesas de inversión extranjera no se confirman y los extranjeros, principalmente jubilados, repatrian su dinero, lo que ha llevado a una devaluación del peso del 15%, también ya amortizado el efecto de la pandemia, la recuperación económica, arroja un crecimiento promedio anual del 0.7% el más bajo de la historia del país, desde que el PIB se mide con esta metodología y si nos vamos a lo dicho por el entonces presidente López “que la deuda es deuda que nada de clasificaciones”, esta alcanza ya el 100% del PIB, ni en la crisis del 94, el país había debido tanto dinero, el déficit de finanzas públicas, tiene 30 años que no había sido tan alto.
Ante este escenario, es claro que apostar al comercio exterior con Estados Unidos, al grado que el comercio nacional se realiza en un 85% con ellos, contra un 16% de ellos hacia México, ha sido totalmente un error, ya que en el momento que realmente se imponga un arancel de 25% a los productos mexicanos, la economía entrara en colapso lo que propicia que no haya margen soberano de maniobra soberano, la forma de enfrentar el problema es en sí mismo un absurdo “concientizar al presidente Trump sobre el daño que el arancel propiciara al consumidor estadounidense”, es algo que el no necesita ser concientizado, lo sabe perfectamente, pero no es que no le importe, su plan de rediseño económico de su país, incluye asumir ese perjuicio.
México necesita un nuevo sistema fiscal, que permita ingresos presupuestales autónomos, necesita diversificar su comercio internacional, necesita producir y exportar productos propios de alto desarrollo tecnológico que sean novedosos en el mercado y lo más importante, necesita desarrollar un amplio mercado interno, que propicie que las empresas asentadas en México, no importa su origen, en vez de exportar sus productos, se consuman en México.
Otra acción a explorar es que en efecto el comercio de Estados Unidos hacia México, representa el 16%, esa composición cambia radicalmente por Estados de la Unión; representa el 50% del comercio de Texas, el 70% en el caso de Arizona y Nuevo México y si vamos a productos específicos, alcanza hasta el 90%; se tiene que responder con aranceles en la misma proporción a las exportaciones de esos estados y de esos productos, lo que disminuirá su comercio, presionando económicamente a los votantes republicanos de esos estados, los que pondrían en riesgo el control de las cámaras y ante ese riesgo, quiero ver si Mr, Trump, no cambia de posición.
El trato con Estados Unidos, aun la economía más grande del mundo no solo es inevitable, sino hasta necesario, porque entre otras cosas garantiza el grado de inversión, pero no puede seguirse dando tal grado de dependencia, indudablemente el mercado de América del norte, no dejara de existir, pero es claro que necesita un nuevo diseño, donde los tres socios, sean eso realmente socios, lo que nunca han sido y que dicha sociedad permita un desarrollo conjunto y justo, muchos analistas ante esta perspectiva, escriben sobre transitar a una unión aduanera: ¿Usted qué opina?