LA ORFANDAD EN MÉXICO La tragedia de “los nadie”

 “El Hijo del Camionero”

 Por: Dr. Mario Rodolfo Cid de León Carraro

Coordinador del Grupo de Estudio y

Análisis Técnico Político de Nezahualcóyotl 

“A mi tío José, porque fuiste católico ejemplar, ser humano excepcional, que viviste para honrar el sacrificio por un ideal de tus familiares caídos en Tobruk, Stalingrado, Sicilia y Milán, a través de esa casa hogar “San José”, que en su honor fundaste y sostuviste hasta que Dios te llamo a su lado”.

En esta ocasión, en esta columna, se propone un tema que resulta muy doloroso, per que es ignorado, el que se pretende manejar de manera objetiva a pesar de su dramatismo, la orfandad, un fenómeno social muy grave en el México de hoy.

La primera vez que conocí el tema fue de manera personal, hacia en final de la década de los años 1990, visité la casa hogar “San José”, que era la casa que sostenía mi tío con el apoyo de las hermanas vicentinas, “papá Pepe”, le decían los niños que vivían bajo su amparo, bien comidos, bien vestidos, limpiecitos y bien educados, jardín de niños, primaria, secundaria y bachillerato, además de todo un programa, para aquellos (que eran muchos), que no eran adoptados, para que al cumplir la mayoría de edad, se pudieran incorporar a la vida en el mundo; gran contraste cuando en aquella época, también conocí el albergue del DIF en Nezahualcóyotl, simplemente no había punto de comparación.

La orfandad como otros fenómenos sociales, se clasifica según sus características y condición, por lo que se escribe sobre la “orfandad absoluta”, esta se configura cuando el menos se encuentra totalmente sólo, sin padres y sin ningún familiar, en México no existen estadísticas de este fenómeno, que den razón exacta de cuantos menores de 18 años viven en esta situación de orfandad absoluta, no obstante existen datos estimados son muy alarmantes, pues somos el segundo país de América Latina con mayor número de huérfanos: 1,600,000, simplemente dramático; situación que deriva por la migración de sus padres, abandono de estos o la muerte de ellos por diversos motivos; tan sólo a consecuencia del Covid-19, según fuentes consultadas estiman que el numero pudo aumentar en poco más de 131,325, que equivalen al 16.65% del total de los contabilizados en el mundo; una cifra fuera de toda proporción.

Es necesario generar nuevas leyes que garanticen en los hechos el bienestar de estas personas altamente vulnerables; se tiene que promover la adopción como un acto ordinario, como un acto de amor, libre de cualquier prejuicio (¿Qué genes tendrá? ¡es prietito! ¡ya está grande!), además la legislación en la materia debe ser igual en todo el país, facilitando los trámites para la adopción, pero reforzando las garantías sobre el interés superior del adoptado.

Se requiere de un sistema nacional que permita tener un mejor resultado con los procesos de adopción, establecer un mecanismo de seguimiento de dicho proceso, pues en muchas ocasiones no se puede terminar con la entrega del menor a los padres adoptivos.

En México se debe modificar el proceso legislativo, administrativo y judicial, para hacer asequible el proceso de adopción; se sabe, pero no con exactitud que, en el Congreso de la Unión, se ha abordado este fenómeno a través de propuestas de reforma a la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, las que solo se restringen a mejorar el marco administrativo del proceso de la adopción, sin tocar de manera integral la defensa y protección de los huérfanos.

La orfandad en México se ha convertido en un problema de grandes dimensiones en los últimos años, debido a la debacle económica que diluye familias y que genera problemas sociales como el aumento de la criminalidad, la migración interna e internacional y el abandono debido a la delincuencia.

Con trágica paciencia los huérfanos “institucionalizados” en 900 albergues de todo el país, donde sólo 1 de cada 10 son de gobierno, “viven con la ilusión de tener un día la buena noticia de que hay una familia que desea adoptarlos, pero pasan las semanas, los meses y, casi siempre los años, y nadie se los lleva”; esos huérfanos tienen que adaptarse a vivir al cuidado de trabajadoras sociales, enfermeras, directivos, cocineras y empleados de esas instituciones, los que representan sus modelos a seguir, para bien o para mal.

Un dato que no pude corroborar, pero que es más que alarmante, es que en México sólo se dieron en adopción 50 infantes entre 2016 y 2021 de los más de 30 mil que hay en posibilidad de ser adoptados, lo que lleva a hacer una pregunta durísima en su contexto ¿bajo la responsabilidad de quien están el otro 1,570,000, bien pueden vivir con familiares, con terceros o simplemente en el anonimato en medio de la calle? Al cumplir los 18 años, el huérfano tiene que abandonar la casa hogar, la mayor parte de las veces, a su propia suerte, sin preparación para enfrentar la vida.

“Para niños, niñas y adolescentes de recién ingreso y que ya tienen conciencia de su situación, siempre existe la ilusión que regresen sus padres o un familiar para ir de vuelta a casa, sin saber, muchas veces, que han muerto, están en la cárcel o simplemente, desaparecieron”.

A este problema social se agrega el impacto de la delincuencia organizada que ha arrebatado la vida a más de 100 mil personas en México, en los últimos tres años, en donde además de las víctimas, los victimarios mueren o son procesados legalmente, sin que familiares puedan asumir la responsabilidad de sus hijos, por lo que éstos son enviados a albergues de las instituciones gubernamentales o a las Instituciones de Asistencia Privada, donde enfrentan una vida dura, condenados al olvido.

En este país, además del impacto social que representa la tan elevada orfandad, se suma un sistema legal lento con demasiados trámites y poco solidario, y a eso hay que agregar prejuicios demasiado arraigados además de duros que evitan la posibilidad de que esos niños sean incluidos en una familia. Las normas que rigen la operación de las casas hogar, es deficiente y no garantiza que no haya violencia, abuso, negligencia y omisiones contra la población menor de edad residente en esos Centros de Asistencia Social, ya que no obligan al estricto control y supervisión.

A esta tragedia hay que agregar la falta de conciencia del actual gobierno, que, desde su primer año, sin ningún tipo de estudio, redujo el presupuesto aplicado a esta situación y a esto se agrega el desconocimiento social de este suceso, el desconocimiento de este drama de tanto sufrimiento.

De acuerdo a la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y las legislaciones estatales en la materia, el Estado mexicano reconoce a las personas menores de edad como: “sujetos plenos de derechos”, y consagra la obligación del Estado, la comunidad y las familias de “asegurar que todas las medidas, programas, políticas públicas, decisiones y estrategias tendientes a lograr su desarrollo integral, se diseñen y ejecuten con perspectiva de derechos, con enfoque diferenciado que atienda las características particulares de los diversos grupos que conforman la niñez y adolescencia, y teniendo como consideración primordial su interés superior”. Pregunto ¿esto ocurre en la realidad?

Frente a esa cruda realidad, tenemos una gran deuda, no solo con los miles de niños que viven en las casas hogar, sino con los cientos de miles que están abandonados en las calles a su suerte, además de aquellos que a los 18 años son expulsados de la casa hogar sin recursos morales y materiales para enfrentar la vida: ¿seguiremos permitiendo que en esas condiciones se “incorporen” a la sociedad?

“Lo deseable es que esas infancias y adolescencias sean adoptadas por una familia o persona mayor que les dé amor y le garantice el derecho a la educación, a la salud, a tener un hogar; que les proteja de la violencia social del México del siglo XXI

La orfandad absoluta, evidentemente es un mal avanzado pero desconocido por la gente en general y los gobiernos en particular /como no votan); las autoridades solo conocen a los huérfanos, hasta que alguien los pone a su disposición y no por un monitoreo ordinario, tendiente a identificar y proteger a los más débiles.

Como mexicanos, no ignoremos este drama, nunca más permitamos que los mexicanos que son huérfanos de padre y madre sean “los nadie”, nunca más permitamos que tengan casi nulas posibilidades de ser adoptados y amados por una familia.

Como mexicanos tenemos el derecho de que los legisladores emanados por el sufragio universal propongan un mejor modelo, hagan una ley nueva, y entre todos busquemos que cambien las cosas, ya hay amigos que empezaron a empujar en esa dirección, cerremos filas; por lo que cierro con la siguiente pregunta:

¿Hasta cuándo los mexicanos de bien, seguiremos permitiendo que prevalezca esta realidad?

@MRODOLFO_CID

 

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